Sergio Alfonso Londoño Zurek*
@sergiolonzu

La conectividad aérea es uno de los principales factores que habilitan tanto el turismo como los negocios. Estar a un vuelo de distancia de los centros de poder mundial le permiten a las ciudades articularse a las oportunidades que le brindan dichas urbes. Por algo, el negocio de las rutas es altamente codiciado y es motivo de conversación hasta en las reuniones entre Presidentes, Primeros Ministros y Reyes. Puedo decir que he sido testigo de primera mano de lo importante que es para un país negociar una nueva ruta o conectarse con un país.

Lastimosamente en Colombia aún seguimos pensando en chiquito, en que la torta solo se reparte entre lo que hay y nunca entre lo mucho que puede haber. Nos llenamos la boca hablando de nuestro país como el nuevo destino, pero la mezquindad por democratizar las rutas aéreas es absoluta. Es bien sabido que El Dorado se quedó pequeño, aún con los mayúsculos esfuerzos económicos de los dos Presidentes pasados. Por ende, se rumora una fuerte disyuntiva central por la consecución de los rubros necesarios para su expansión. Probablemente hay una preocupación en la Aeronáutica Civil, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el concesionario OPAIN por este motivo y qué bueno que se preocupen. Sin embargo, el crecimiento en Colombia no puede seguir siendo a costa del otro.

Debemos ser responsables con las demandas del mercado y no terminar por matar el naciente boom turístico que hemos cosechado en los últimos años. Por ello, fue sorpresa cuando se hizo pública la noticia de que Avianca cancelaba su ruta Cartagena – Miami. Una ruta que tiene una rentabilidad promedio superior al 80% y que ha sido motor del turismo regional. Mientras tanto, aerolíneas del mundo entero piden ingresar a Cartagena porque ningún vuelo despega del Rafael Núñez con menos del 70% de ocupación.

Todavía está fresca en la memoria la batalla campal librada por bajar la tasa aeroportuaria de Cartagena – en su momento la más alta del país sin justificación alguna – y que logramos rebajar en un esfuerzo conjunto de ciudad. Ese hecho nos debe dar luces para nuevamente enfrentar una emboscada centralista. Porque no puede ser que utilicen la ciudad para promover Colombia, pero cuando toca defender sus intereses siempre sea Bogotá la estrella y Cartagena que se acomode.

Creo que es momento de iniciar un fuerte lobby desde la Alcaldía, la Corporación de Turismo, SACSA, Investin Cartagena, Consejo Gremial, la Gobernación de Bolívar, ICULTUR y la bancada del Congreso ante Avianca. Debemos manifestarle al Presidente de Avianca la importancia de seguir contando con su aerolínea y la disposición de ofrecerle más en nuestra ciudad. El Concejo Distrital podría por fin aprobar incentivos tributarios y un mejor presupuesto para que la Corporación de Turismo, con su Presidente actual, invierta más en la conectividad internacional del destino con otras aerolíneas.

Lo anterior, entonces, parecería indicar un fuerte lobby de las autoridades nacionales ante Avianca para que esta aerolínea centralice sus operaciones en El Dorado y se financie así el plan de expansión. Ojalá y no sea este el caso porque promover el crecimiento sacrificando a Cartagena sería un gesto centralista y canalla. Matar la conectividad de Cartagena por privilegiar El Dorado puede terminar matando los números del nuevo aeropuerto de nuestra ciudad, y no creo que OPAIN se ponga feliz con esa posibilidad al ser parte interesada.

Que este no sea un momento de señalamientos propios de un balde de cangrejos, más bien unámonos por este tipo de iniciativas que mucho beneficio le traen a la ciudad. Que sea este el primer hecho de unidad de los nuevos gobiernos territoriales porque el turismo sí es un norte que vale la pena.

*Director Temático del Departamento de Bolívar.

Compartir.

Para poder encontrarnos hay que acercarse Al Centro.