Por: David Luna
dluna@mit.edu

El domingo se realizaron las Paso en la Argentina y aunque no son propiamente las elecciones definitivas, sí dejaron la fotografía de una tendencia que, hasta el momento, parece irreversible. Alberto Fernández del Frente de Todos, le sacó 15 puntos al candidato del oficialismo, Mauricio Macri de Defensores del Cambio.

En esto radica el principal problema: Macri ganó las elecciones de 2015 con la promesa de un gran cambio después de 12 años de poder del Kirchnerismo pero, el cambio positivo no lo sintió nadie en su país. Aunque señalan los expertos que Macri tomó medidas económicas responsables para la economía atrayendo la inversión y buscando la integración con el mundo, lo cierto es que el resultado no fue bueno por muchas variables, entre ellas la poca capacidad exportadora y el desplome del precio de la soja.

Lo cierto es que Macri les pidió a los argentinos que aguantasen un poco, que las medidas tomadas les apretarían el cinturón pero que de esta saldrían, sin embargo, ese día no ha llegado y la gente sigue sin entender lo que sucede, solo sabía que en sus hogares los salarios no alcanzaban y las neveras no se llenaban. Sumado, se gestó un ambiente aún más polarizado que se dividió entre extremos, fue ampliando lo que ellos llaman “grieta”, provocando odios entre unos y otros, sin hacer oposición responsable y construyendo el peor ambiente para todos, tanto político, social y económico.

A veces, a las comunicaciones se les suele relevar o subestimar dentro de una organización, pero lo cierto es que deberían tener un rol fundamental y responsable, sobre todo en la arena política. Una comunicación fluida construye puentes y genera respaldo, es decir, permite gobernar. Por eso, junto con Laura Herrera, experta en comunicación política, nos dimos a la tarea de analizar y mencionar algunas lecciones que nos deja la comunicación de Macri.

Lo primero es la generación de expectativas y la necesidad de una oposición responsable. Cuando se esta en campaña los candidatos de oposición suelen construir ambientes apocalípticos para apelar a la necesidad de que voten por ellos. Pero cuando llegan al gobierno y tienen que tomar decisiones, se encuentran con que esto no es tan sencillo, que los cambios no se dan de la noche a la mañana, toman tiempo y muchos factores pueden jugar en contra. Mientras tanto, los ciudadanos se decepcionan rápidamente al no ver transformaciones inmediatas como se les prometió.

También, hay que entender que existe una barrera enorme entre lo técnico y la ciudadanía. Muchos expertos señalan que lo que ocurre en materia económica en la Argentina fue el resultado de las medidas necesarias para retomar el rumbo, pero cuando esto golpea de manera tan contundente el bolsillo de la gente, sin que ellos entiendan muy bien lo que sucede genera desgobierno, desaprobación y en consecuencia “voto castigo”. Finalmente, la falta de una bandera. La gente no le encontró rumbo al gobierno de Macri. Puede que el gobierno anterior tenga responsabilidad de la crisis que vive el país, pero esa no puede ser la bandera de comunicación de un gobierno. No lograron que ofrecer una idea que diera representación a su gobierno.

Pero lo cierto es, como dicen los expertos, “no hay buen gobierno que comunique mal, ni mal gobierno que lo haga bien”, todo hace parte de una cadena de consecuencias y de entender que los gobiernos no se deben cimentar sobre los egos y la soberbia, sino en la escucha a los ciudadanos.

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