Por: David Luna
dluna@mit.edu

Ya hay candidatos a la Alcaldía de Bogotá formalmente inscritos y dentro de muy poco iniciarían las rondas de debates de la academia y los medios de comunicación para que los ciudadanos se convenzan sobre a quién elegir. Y de nuevo abro la invitación a la sensatez y a la responsabilidad. Debemos exigirle a quienes hacen estos eventos que profundicen para que los candidatos se pronuncien sobre los temas de fondo y no solo de los temas taquilleros; que nos hablen con la verdad, no con lo que los hace populares y los discursos bonitos. Esta será la única manera de saber cómo realmente van a resolver los problemas. Empecemos con dos: movilidad y seguridad.

El metro y Transmilenio son fundamentales para la movilidad de Bogotá, se debe construir el primero y fortalecer el segundo, pero hay mucho más allá de estas dos propuestas.

Hace mas de 30 años se empezó la avenida circunvalar, que era un proyecto sensato pero que nunca se terminó. Ese ha sido, en gran medida, el responsable de que el tráfico no fluya, pues no existe una vía que le permita recorrer la totalidad de la ciudad por sus alrededores y encontrar salidas próximas para llegar más rápido a los destinos. Por esta razón se hace necesaria la construcción de por lo menos dos anillos viales: uno que recoja los municipios aledaños de Bogotá y otro más insertado en la ciudad. Evidentemente esos proyectos tendrán un costo alto, pero una alternativa para costearlo es con el pago de peajes dependiendo de lo que el ciudadano recorra y de la salida que tome.

Las grandes ciudades del mundo ya trabajan para adecuar y facilitar la vida de la gente en vías subterráneas. La 80 y la calle 13 entre la autopista y la salida el Río Bogotá, la autopista sur desde el cementerio hasta la salida de Bogotá, entre otras, necesitan vías subterráneas. Estos proyectos acortarían los tiempos de movilidad, facilitando y otorgando calidad de vida a la gente. Estas también se financian a través de peajes. Se toma el túnel y se paga a través de chips. Como pasa en ciudades igual o menos desarrolladas que Bogotá.

También hay que pensar en la instalación de cables aéreos, pero no solo para movilizar a la gente hacia las localidades en montaña como San Cristóbal y Usaquén, sino también como alternativa en vías planas, como en la avenida longitudinal de occidente – ALO-, que también se proyectó hace más de 40 años y en 1998 se compraron casi la totalidad de los predios, pero por dificultades de ocupación y ambientales no se ha podido construir, en ese trayecto cabe perfectamente el cableado aéreo.

En cuanto a seguridad, si bien es cierto que hay que seguir insistiéndole al Gobierno Nacional en el aumento de pie de fuerza esa no puede ser la única propuesta para resolver los problemas de seguridad. Primero, necesitamos acudir a la tecnología y poner en práctica el modelo de policía predictiva para pronosticar posibles delitos que se vayan a cometer y evitarlos, además interconectar la totalidad de las cámaras, tanto públicas como privadas para mejorar la custodia. Segundo, la policía de tránsito actual debe ser conformada por una fuerza civil, mientras los policías que están en la dirección tránsito se integran a la fuerza de vigilancia de la ciudad y apoyan aún más la seguridad de Bogotá. Finalmente, debemos exigirle al Congreso de la República que legisle en materia de reincidencia y que tipifique como delito el porte de armas blancas.

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