El reto del bilingüismo

El reto del bilingüismo

Por: Julián Gutiérrez

El artículo 10 de la constitución de 1991 que reconoce la diversidad lingüística de Colombia también abrió la puerta para el desarrollo de modelos educativos bilingües basados en la lengua española y cualquiera de las mas de sesenta lenguas indígenas que se hablan en el territorio nacional. En este sentido los procesos de etnoeducación desarrollados hasta entonces representan una tradición importante de la educación bilingüe en el sector oficial en Colombia. Tomando eso en cuenta, resulta pertinente plantear la pregunta sobre el estado de cosas en lo que tiene que ver con la situación de la educación bilingüe en lengua extranjera en el sector oficial y los retos que enfrenta.

Es importante partir del punto de que ya no tiene sentido seguir haciendo la pregunta por la viabilidad de esta educación en tanto la evidencia apunta tanto a su viabilidad como a su utilidad para resolver brechas de acceso, aprendizaje y calidad educativa en la población. En primer lugar, es importante tener en cuenta que ya existe una masa crítica de experiencias exitosas a nivel nacional con instituciones en Barranquilla y Bogotá que han construido e implementado con éxito modelos educativos bilingües producto del trabajo de sus áreas de lengua inglesa y el acompañamiento por parte de instituciones de educación superior y organismos multilaterales, junto con los avances a nivel de escuelas normales superiores que han desarrollado planes de acción para la implementación de modelos educativos bilingües en horizontes de tiempo de 3, 5 y 8 años. 

El trabajo de estas instituciones educativas es a su vez un contraargumento claro y efectivo a la narrativa que sugiere que un modelo educativo bilingüe compromete el desarrollo de las competencias en primera lengua. La evidencia de investigaciones relacionadas con la transferencia de las competencias lectoras y escritoras muestra como los estudiantes aprenden las habilidades de lectura crítica y escritura en su primera lengua para posteriormente transferirlas a la lengua extranjera a medida que su competencia en esta avanza. En segundo lugar, la evidencia también apunta a que el aprendizaje de una lengua extranjera y el aprendizaje a través de esta les permite a los estudiantes desarrollar habilidades metacognitivas, es decir, pueden reflexionar sobre su aprendizaje de tal manera que este sea mas efectivo a medida que pasa el tiempo. Finalmente, la apertura de oportunidades asociada al dominio de una lengua extranjera y la mejora en el nivel de vida que estas pueden representar es una poderosa razón para avanzar sobre lo que se ha construido en los últimos diez años.

Esta exploración general del estado de cosas de la educación bilingüe en lengua extranjera dentro del sector oficial hace necesario pasar a los retos que esta tiene en el momento, identificados gracias al trabajo pionero de las instituciones que han realizado esta apuesta y que cabe anotar, están interrelacionados. En primer lugar y subrayando algo mencionado previamente, es necesario abordar a los procesos de educación bilingüe como procesos de largo plazo a realizar en horizontes de tiempo que pueden ir hasta los diez años. Hablar de un modelo educativo bilingüe va mas allá de definir materias y currículos. Es un proceso que pasa por la selección de contenidos para la construcción de syllabus, la selección de recursos a utilizar y la articulación de ambos con los referentes existentes a nivel nacional (Como por ejemplo el currículo sugerido que ha construido el MEN). Sobre todo, pasa por la construcción de un ambiente bilingüe dentro de cada institución que les muestre a todos los miembros de la comunidad las posibilidades asociadas al uso de una lengua extranjera y que la saquen del aula. Esto mismo apunta al segundo reto: la concepción del bilingüismo como una apuesta institucional en la cual todos los miembros de la comunidad educativa tienen un aporte que hacer, una responsabilidad al respecto y se ven beneficiados por todo el proceso, lo que a su vez implica otro reto: la construcción de un liderazgo por parte de directivos y docentes el cual logre llevar a cabo este movimiento institucional a través del convencimiento del resto de actores en la comunidad educativa (docentes de otras áreas, estudiantes, padres de familia, equipo administrativo) e incluso, actores a nivel territorial y regional (p. ej, secretarías de educación) las cuales pueden apoyar el desarrollo de los modelos educativos bilingües a partir de, por ejemplo, la atención de necesidades específicas y la articulación con otras iniciativas de naturaleza similar. 

De esta manera, la construcción e implementación de un modelo educativo bilingüe para el sector oficial termina convirtiéndose en el laboratorio para políticas educativas de largo aliento que puedan trascender consideraciones administrativas y le den un nuevo enfoque a la formulación de estas por parte de actores gubernamentales. 

*Miembro Dirección de Educación

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El reto del bilingüismo

Los docentes no son un producto terminado

Por: Julián Gutiérrez

Al momento de escribir estas líneas, faltan poco mas de 18 días para el final del año 2020. A diferencia de este año donde no había manera de pensar en la necesidad de responder a la emergencia de la pandemia de COVID-19, el campo de la educación en 2021 debe reconocer su efecto sobre el actual estado de cosas para pasar (en la medida que la metáfora lo permita) de una respuesta defensiva a una respuesta ofensiva frente a un virus y una enfermedad que han tenido un efecto devastador en el mundo.

En primer lugar, esta discusión implica pensar en el retorno de clases presenciales no como una posibilidad sino como una realidad. UNICEF señala no solo la necesidad de hacerlo sino el hecho que, de acuerdo con la evidencia, la reapertura de los colegios y escuelas no representa un riesgo de propagación significativo del virus, lo que sugiere que el primer argumento que se ha esgrimido para mantener los cierres, el contagio masivo en niños, niñas y adolescentes puede ser cuestionado. Por otro lado, como lo señala la profesora Sandra García de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, el cierre de colegios y escuelas representa pérdidas en los aprendizajes de los estudiantes que a medida que pasa el tiempo se harán mas difíciles de cubrir y sobre todo en el caso de Colombia, se ven potenciadas por las brechas de acceso a recursos y calidad educativa entre los distintos sectores de la población, brechas de las que estábamos conscientes en la presencialidad y que se han mantenido en la virtualidad. 

Además de estos argumentos basados en la evidencia, el caso colombiano nos está mostrando otro papel que estaba cumpliendo la escuela como garante de derechos. El cierre de escuelas y colegios ha comprometido la seguridad alimentaria de miles de niños, niñas y adolescentes, en el caso de estudiantes de programas de media especializada y preparación para el trabajo, ha afectado sus posibilidades de formación y eventualmente de ingresos y les ha quitado, a los niños y jóvenes víctimas de abuso en sus hogares, la posibilidad de acceder a un espacio seguro donde pudieran ser escuchados y atendidos. Aunque algunos de estos escenarios han sido resueltos con mayor o menor éxito por parte de las entidades territoriales (Como en el caso de Bogotá con el programa de bonos alimenticios), se puede concluir que, si la escuela es no solo un espacio de aprendizaje sino de garantía de derechos, este rol solo puede ser cumplido a cabalidad con una apertura de los espacios físicos que reconozca las necesidades de seguridad ante el virus y la capacidad de respuesta de las entidades territoriales, siendo crucial subrayar este último punto. Resultaría ingenuo pensar que todos los colegios oficiales en Colombia están en las mismas condiciones como para pensar en un plan de apertura unitalla por lo que hay una responsabilidad por parte de las secretarías de educación en cada ente territorial de identificar las necesidades de apertura, la capacidad de las instituciones educativas de resolver estas necesidades y realizar las tareas necesarias para garantizar dicha capacidad en los casos en los que esto no sea del todo posible. 

 

Partiendo entonces del punto de que la reapertura de los colegios no debe ser vista como una posibilidad sino como una certeza, tiene sentido en preguntarse por como podría ser el trabajo escolar en 2021. A fin de cuentas, los efectos de la nueva realidad en los colegios no se cuentan solo en el aula de clase sino en cada dimensión del funcionamiento de una institución educativa cualquiera y tomando eso en cuenta, vale la pena pensar en una nueva forma de abordar un tema al que no se le ha dado tanta atención como el desarrollo profesional de los docentes en ejercicio. Esta falta de atención se ha dado, en un primer lugar, por una creencia afincada en muchos docentes de que ya saben todo lo que tienen que saber y no es necesario “seguir yendo a capacitaciones”, sin embargo y como la pandemia misma lo ha demostrado con las habilidades que han adquirido vía el paso a la virtualidad, un docente nunca será un producto terminado y siempre debe estar pensando en ajustes y cambios a sus prácticas en respuesta a las distintas situaciones que va encontrando. 

Esta visión de las necesidades de formación de los docentes lleva a la segunda razón del abandono a la formación profesional situada pues ha hecho que esta sea vista como una tarea burocrática que quita tiempo y las mas de las veces queda relegada a sesiones de trabajo de poquísima recordación realizadas durante las semanas institucionales. En ese sentido, aunque se habla constantemente de añorar el regreso a la normalidad, quizá, en este caso, volver a la normalidad no sea tan deseable. Pensar en procesos de desarrollo profesional situado que tengan un componente virtual puede ser una manera de garantizar una mayor participación de los docentes y, pensando en el caso colombiano específico, puede ser una oportunidad para masificar el excelente trabajo que ha hecho el equipo de tutores del Programa Todos a Aprender a lo largo de los años. 

Pensando en una perspectiva de largo plazo, la situación actual es un momento que permite repensar lo que representa y significa la escuela en la sociedad. A pesar de las reformas que ha experimentado a lo largo de los años, la verdad es que sigue siendo una institución que en términos generales sigue funcionando bajo las lógicas de la primera revolución industrial. Este es un momento en el que puede aprovechar entonces para ponerse a tono con el mundo en el que vivimos y mejorar sus aportes a la construcción de sociedad.

*Miembro Dirección de Educación

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