Por: Javier León*

Dedicado a mi mentor: mi papá

«La edad de piedra terminó, pero no fue por falta de piedras. La edad del petróleo terminará, pero no por falta de petróleo» (Yamani).

 

Hace 200 años el mundo cambió dramáticamente con la revolución industrial, y su deseo de mejorar las condiciones de vida de la sociedad. En la actual revolución energética, la oferta y la demanda de la energía debe adaptarse a la necesidad apremiante de gestionar los recursos naturales de manera sostenible.  Para cumplir con la inmensa cantidad de energía que requiere el desarrollo humano, se necesita abordar dos estrategias principales: la optimización energética de fuentes convencionales, y la aceleración de entrada de las fuentes renovables. No se debe caer en la tentación de pensar que la cantidad de energía proveniente de combustibles fósiles disminuirá en breve. La demanda energética de un mundo creciente, y cada vez más tecnificado, aún requiere grandes inversiones en fuentes de energía no renovables, sin disminuir, por supuesto, el aumento de participación de energía renovable. En esta inversión requerida para fuentes tradicionales hay un enorme potencial de beneficio social y ambiental, si se siguen los nuevos tratados y las lecciones aprendidas del pasado. Desde hace varios años comenzó un cambio gradual de la mentalidad de los inversionistas, y la sociedad en general, aun sabiendo que un cambio de modelo social y económico tarda décadas en materializarse.

El desarrollo humano y la mejora de calidad de vida, tienen un gran reto del cual dependen nuestras vidas: la necesidad de más energía y menos contaminación.

Debido al crecimiento de la población mundial, la demanda de energía continuará en una rampa ascendente, pasando de 13,511 MTOE (millones de toneladas equivalentes de petróleo) en 2017, a 17,866 MTOE en los próximos 20 años (BP, 2019). En promedio, el uso principal del petróleo es en el transporte con el 60% – cuya estrategia de disminución requiere no solo de aumento de energías renovables en la oferta, sino además un cambio a motores eléctricos en la demanda -, seguido por la industria con el 33% y residencial con el 19%. Incluso con las mejores proyecciones del aumento de la generación por métodos renovables –lo que definitivamente debe ser el camino a seguir, y hacia donde todos debemos alinear esfuerzos-, el consumo de combustibles fósiles seguirá aumentando. El consumo en 2017 de combustibles fósiles fue de 11,425 MTOE con una participación de mercado del 85% fósiles y 15% renovables. Se pronostica una reducción de la participación de mercado de combustibles fósiles a 73% y aumento de renovables al 27% en 20 años, pero por el aumento de la necesidad energética global el consumo de combustibles fósiles aumentará a 13,102 MTOE. Para satisfacer esta demanda de energía, se prevé la necesidad de aumentar la producción mundial de crudo en 10 millones de barriles por día para la década de 2030, donde se prevé sea el pico de consumo, lo que requiere una gestión sostenible integral en los desarrollos e infraestructura necesaria (BP, 2019).

El modelo global para mitigar la contaminación, y el cambio climático, debe incluir cambios de comportamientos asociados a Energía, Comida, Genero, Construcciones y Ciudades, Uso de la Tierra, Transporte y Materiales (DrawDown, 2017).

Solo cuando la tecnología garantice la confiabilidad y estabilidad de las fuentes renovables, se establezcan las regulaciones necesarias, y los países se muevan de los presupuestos basados ​​en el petróleo, la producción de petróleo y gas comenzará su extinción (Neuhoff, 2005).

Es innegable que aproximadamente 7.7 billones de personas necesitan energía para garantizar sus actividades diarias, y ese número aún está creciendo. Debemos encontrar formas más limpias, más respetuosas para proporcionar la energía que el mundo necesita y debemos lograr la participación de todos los involucrados para definir entre diferentes alternativas el mejor uso de los recursos limitados disponibles para nosotros. Todavía no hay una sola fuente de energía que pueda satisfacer completamente la cantidad total, en el lugar necesario, con la periodicidad requerida y bajo la fiabilidad prevista.

El debate de la gestión energética, garantizando la sostenibilidad ambiental y social, durante el desarrollo requerido de cada país, es el mayor desafío de la humanidad.

El desafío del diseño sostenible, la planificación y la ejecución de los nuevos desarrollos de infraestructura de petróleo y gas es un factor crucial para los inversores, y para todos nosotros. La banca utiliza hoy más que nunca los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) para evaluar el comportamiento corporativo y determinar el rendimiento financiero futuro de las empresas (United Nations Task Force on Financing for Development, 2018). La movilización de capital es un factor vital para la financiación de proyectos. El pronóstico de una mayor producción de petróleo y gas para 2040 requerirá grandes inversiones en infraestructura en todo el mundo, la forma en que esta infraestructura se desarrolle de acuerdo con los estándares ESG definirá el impacto que tiene sobre el planeta y el negocio en sí. La oportunidad de lograr desarrollo integral en áreas que lo requieren, apoyándonos en las inversiones de petróleo y gas en una oportunidad que debemos aprovechar.

La respuesta política internacional al cambio climático en la conferencia de París, celebrada en diciembre de 2015, es un enfoque para resolver el equilibrio entre el crecimiento y el deterioro del medio ambiente. Es necesario desarrollar modelos energéticos que se evalúen técnica, financiera y ambientalmente para garantizar las necesidades de una población en crecimiento y al mismo tiempo se monitoreen de forma continua las emisiones de gases de efecto invernadero para alcanzar los niveles deseados. De la misma manera, las Naciones Unidas están haciendo un trabajo fantástico para establecer estrategias reales a fin de incluir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG) en los modelos de negocio de las inversiones nuevas y en curso. A partir del 2019 El Banco Mundial no apoya proyectos de Oil & Gas, salvo en circunstancias excepcionales donde las evaluaciones de los proyectos arrojen beneficios claros en términos de acceso a la energía, y los proyectos estén alineados con el acuerdo de Paris (Banco Mundial, 2017).

Todos estos mecanismos incluyen una nueva iniciativa que se llama Carbón Tracker, reconociendo que existe una limite global de emisiones que debe respetarse para evitar desestabilizar el clima global, la cual maneja el concepto de Unburnable Carbon (Carbon Tracker Initiative, 2020) . Este concepto significa que incluso si existen los mecanismos técnicos para extraer más petróleo en los campos de producción en curso, la disminución de la demanda hará que parte de ese petróleo permanezca bajo tierra, lo que significa, entre muchas otras cosas, un valor completamente diferente para el retorno de la inversión que se prometió a accionistas al comienzo de la valoración del proyecto de desarrollo petrolero, lo que requiere nuevos métodos sofisticados de evaluación de inversiones por fases (León, 2017).

Javier Mauricio León

Trabajos citados

Yamani, S. (s.f.). Minister of Petroleum Saudi Arabia.

BP. (2019). Energy Outlook. BP.

Neuhoff, K. (2005). Large-Scale deployment of renewables for electricity generation. Oxford Review of Economic Policy.

United Nations Task Force on Financing for Development. (2018). ESG investing and returns. Obtenido de https://developmentfinance.un.org/esg-investing-and-returns

Banco Mundial. (2017). World Bank Group Announcements at One Planet Summit. Obtenido de https://www.worldbank.org/en/news/press-release/2017/12/12/world-bank-group-announcements-at-one-planet-summit

Carbon Tracker Initiative. (2020). Obtenido de https://www.carbontracker.org

León, J. M. (2017). Tesis Evaluación de proyectos de desarrollo de campos petroleros utilizando opciones reales. Obtenido de https://repository.cesa.edu.co/handle/10726/1716

DrawDown. (2017). The most comprenhensive plan ever proposed to reverse global warming. Penguin.

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