#ConTodoRespeto

Por: John Jairo Ocampo (*)
@jjocampo_

Antes de comenzar, y dado que ya he sido víctima de insultos en Twitter, quiero advertir que no soy anti-redes. ¡No soy enemigo de las redes!

Las redes sociales tienen su razón de ser, son útiles en muchos casos, pero de ningún modo pueden convertirse en el sustituto de los medios de comunicación tradicionales, ni del periodismo como tal.

Sorprende ver que en Colombia los medios se volvieron “red-dependientes” y le entregaron su espacio a una cantidad de cuentas, en su mayoría malintencionadas, cuyo único propósito es desinformar, fabricar mentiras, polarizar y promover el odio.

Las redes, en especial Twitter, están repletas de personas anónimas con cuentas que forman parte de las tradicionales bodegas, cuyo claro objetivo es hacer daño. Es lamentable percibir que el periodismo y los medios han cedido el terrero.

Con todo respeto, no es exagerado afirmar que hoy en día no existe ningún estímulo para ver noticieros de televisión, escuchar programas informativos de radio o leer periódicos. Ningún medio está ofreciendo contenidos distintos a los que se ven y se escuchan en las redes.

He realizado, con juicio, el ejercicio de comparar lo que se reporta en redes y lo que emiten noticieros de televisión respecto a noticias como las marchas, temblores o inundaciones, y debo decir que en la información que se presenta en televisión no hay ningún valor agregado, nada que haga la diferencia con lo visto previamente en un dispositivo móvil.

Para no ir tan lejos, revisemos el tema de los goles. El noticiero de televisión invierte tiempo y espacio de su programación para transmitir los goles de ligas nacionales e internacionales que ya hemos visto en el celular. No existe ningún valor agregado.

Pero más preocupante es que si al siguiente día uno toma el periódico para leer algo adicional de un hecho noticioso, no encuentra nada distinto a lo que se dijo previamente en redes y telediarios.

Estos ejemplos explican la llamada “crisis de los medios en Colombia”. Y no es para menos: si no hay un valor agregado en la información, la batalla está perdida.

Es lamentable que el criterio de muchos editores y directores para publicar una nota dependa de la importancia de esta en redes. Es inaudito que el criterio se lo dejemos al sinnúmero de N.N. que deambula por la red, y cuyo único objetivo es polarizar, desinformar y promover el odio.

¿Por qué razón una tendencia de dos mil tweets se vuelve noticia en los medios de comunicación? Si se supone, según las mediciones, que los programas informativos de radio los escuchan entre doscientos mil y un millón de oyentes, ¿qué importancia tiene ser tendencia con dos mil trinos? Lo más probable es que la mayoría de esas cuentas sean de bodegas o de personas que opinan en redes sin haber escuchado el programa.

Con todo respeto, creo que también se equivocan quienes creen que la solución es crear los programas de opinión y debate, pero para llevarlos a lo digital en vez de a la pantalla tradicional. En un país como el nuestro, donde internet no siempre funciona bien, ni siquiera en Bogotá, además de ser un servicio costoso, dudo mucho que las masas se dediquen a ver desde sus dispositivos móviles programas de media hora o más.

Los contenidos en redes deben ser cortos, casi que promocionales, y deben persuadir a los consumidores de ver los contenidos en las pantallas, y no al revés. La televisión seguirá siendo el compañero de los hogares. Otra cosa son las plataformas que ofrecen contenidos de entretenimiento.

Esto no es un mal generalizado. Es algo que ocurre en Colombia y en otros pocos países en vía de desarrollo. Después de vivir trece meses en España pude comprobar que, en efecto, los noticieros no son los programas preferidos por las personas para informarse. Allí, hoy el enfoque está en los programas de opinión, entrevistas, debates y humor político.

En el país ibérico, la gran mayoría de canales de televisión nacional dedica prácticamente la mañana a debatir los temas más importantes de la agenda española, y a las emisoras de radio no les preocupa si son o no tendencia en redes. Mucho menos se ve o se escucha a los líderes de opinión insultando o descalificando a las fuentes.

En Colombia, sin embargo, no todo está perdido. Hay el suficiente espacio para que los medios radiales y audiovisuales se reinventen, y así revivamos el periodismo puro. El de grandes investigaciones, el de grandes primicias, el de profundas entrevistas, el de los debates y el del humor político.

Un ejemplo de lo que se debe hacer es lo realizado por la Revista Semana en ediciones recientes. ¡Qué bueno saber que los domingos llega una revista que sorprende porque trae primicias y resulta de obligatoria lectura para comentar el contenido de la publicación!

Sin embargo, sorprende que después de la última información revelada por la revista en su investigación “Chuzadas sin Cuartel”, las preguntas de los periodistas en el programa radial del lunes en la mañana estuvieran más enfocadas en lo que se decía en redes que en profundizar tamaña revelación.

Un periodista ilustre preguntó a Alejandro Santos: “En redes se critica a la revista por no revelar el nombre del político a quien daban información de las chuzadas. ¿En redes dicen que es Uribe, por qué no lo confirman de una vez?”. La respuesta del director de Semana fue contundente en esa y otras entrevistas radiales: “Una cosa son las redes en las que solo se mueve el odio, la mentira y las noticias falsas y una cosa es el periodismo de investigación y responsable que nosotros hacemos”.

El llamado es a recuperar el periodismo y los medios de comunicación. Volver a la esencia de la reportería viva, la de la calle, y no a la del escritorio y las redes. Reinventar los formatos. Colombia necesita con urgencia más espacios de opinión.

Para formar sociedad y para que la gente entienda lo que sucede en el país, es necesario brindar a los ciudadanos todos los elementos de juicio sobre lo que está pasando.

¡No le dejemos el espacio a la cloaca de las redes que nos está destruyendo como sociedad!

(*) Director de Medios de Comunicación y Libertad de Expresión de Alcentro.

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