Por: Alfredo Herrera

En estos tiempos donde el presupuesto del Estado se está destinando en proporciones significativas a la compra de alimentos e implementos médicos, se hace urgente recordar la función social que cumple la contratación estatal en el desarrollo del tejido productivo del país, pues son contratos de grandes sumas que le permiten sostenerse y hacer inversiones.

Ante la recesión económica que cada vez se perfila más, es necesario apostarle al máximo a que el dinero que gasta el Estado sea utilizado por las empresas nacionales para crear empleos y realizar inversiones para competir nacional e internacionalmente luego de cesada esta horrible noche.

Para esto será necesario hacer los complementos necesarios al Decreto 440 de 2020, por el cual se indica que las contrataciones se harán por la modalidad de contratación directa, es decir, sin mediar concurso, para estipular que se prefieran empresas que provean productos colombianos, o con cierto porcentaje de valor añadido en Colombia, y que se garantice -y se supervise- la contratación de una cantidad determinada de personal adicional e inversiones a mediano y largo plazo que creen valor, tanto para quien distribuye como quien produce, para que se vuelvan más competitivas.

Será necesario ser creativos en el diseño de esta política, incluyendo la posibilidad de sumar las capacidades de varias mipymes para una sola contratación, pero en todo caso no se deberá perder el norte de que más que un gasto, es una inversión.

Podrá esto costar un excedente, porque les costará mas a las empresas sustituir importaciones (hacer el abono en Colombia sale más caro que importarlo, por ejemplo), contratar personal y realizar inversiones; pero esos excedentes se podrán cruzar con el ahorro en subsidios a las nuevas personas que serían contratadas y a la empresa para su sostenimiento, además de la riqueza que cree la empresa para el país en el periodo postpandemia por las inversiones que se permitió Será también importante a la hora de negociar ese excedente tener en cuenta lo que de costumbre pasa que el Estado paga el costo unitario de los artículos, pero el contratista tiene un beneficio extra por comprarlos al por mayor.

Gran ejemplo se dio con la convocatoria para diseñar mascaras para el sector medico realizado por el Gobierno, la ANDI y el PNUD, en la que fueron seleccionadas solo empresas colombianas. Pero lo esfuerzos deben seguir para todos los demás gastos que se están haciendo, y también a nivel local.

Es ahora o nunca para que el Estado haga esta apuesta por las empresas colombianas. Si no es posible en algunos casos a nivel nacional, que se considere negociarlo a nivel Suramérica. Los grandes gastos que se están por hacer y la necesidad económica que se nos avecina lo ameritan.

Así lo han entendido todos los países desarrollados en su paso a tal categoría, sin excepción alguna, desde que Friedrich List aconsejó a Alemania a principios del siglo XIX basado en la experiencia de Inglaterra y Estados Unidos, que, sin apoyar decididamente con su presupuesto al desarrollo de las empresas nacionales y sin cerciorarse que sea bien invertido por las empresas para hacerse más competitivas, no habrá como competir en el mercado internacional, por ende, de crear prosperidad para sus naciones.

Bueno sería que igual nos quede la lección para siempre.

*Miembro Dirección Participación para la Gobernabilidad

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