Por: Julián David Roberto

La coyuntura actual en torno a la crisis generada por el COVID-19, nos lleva a analizar y reflexionar sobre el campo colombiano y sobre sus campesinos, los verdaderos héroes por quienes hoy se abastecen los hogares colombianos. Es por sus manos y dedicación a su trabajo que hoy en medio de la crisis podemos estar tranquilos y ver una luz de esperanza al final del camino.

La obra de mano campesina es la única que en las actuales dificultades que afrontamos, continúa su labor sin cesar. Es a ellos a quienes en estos momentos agradecemos, analizando y reflexionando en la importancia de su quehacer ya que a pesar de que grandes empresas e industrias estén quietas lo más importante es contar con la comida para poder subsistir. Se siente la necesidad de reconocer su labor, no solo a través de redes sociales quedando en solas palabras bonitas adornadas para enaltecerlos, que quizás ni lleguen a sus verdaderos destinatarios; palabras expresadas muchas veces por grandes mandatarios a quienes apoyaron para llegar donde están. Es hora de retribuir con acciones verdaderas y concretas a través de las cuales se dignifique su trabajo. Es necesario el apoyo en infraestructura para poder procesar sus productos, es necesario facilitar los insumos a menores costos y sobre todo se hace necesaria una Colombia unida, con sentido de pertenencia que apoye al campesino comprando sus productos.

Es así como cabe mencionar y resaltar los esfuerzos realizados por un país que hoy en día va a la vanguardia en temas agrícolas, gracias a sus estrategias de trabajo configuradas en la consecución de calidad en sus productos. Nos referimos a Holanda, país ejemplo que en corto tiempo llegó a posicionarse como potencia mundial agrícola. Según lo expone la base de datos del Instituto Español de Comercio Exterior, Holanda es el mayor exportador de productos agrícolas de Europa al priorizar la producción de calidad por encima de la cantidad y esto lo lograron con una política eficaz y sostenible donde se priorizó la ejecución de recursos dirigidos a la capacitación de los productores a las nuevas tecnologías y no solo eso, también se destinaron recursos a infraestructura en el área rural.

Adicional a esto, para año 2009 Holanda desarrolló la estrategia de utilización de menor cantidad de recursos para mayor productividad, la cual derivó en el año 2011 con el inicio de la estrategia de tecnología aplicada al trabajo del campo por medio de la iniciativa de sillicon valley de la agricultura llamada Food Valley. Esta iniciativa conformada no solo con entes del gobierno sino también con universidades y empresas.

Sin embargo, no estamos en Holanda, estamos en un país que tiene la viabilidad de constituirse al igual que Holanda en potencia mundial agrícola, ya que cuenta con grandes campos fértiles según lo expuesto en la base de datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) donde se señala que Colombia es el cuarto país con tierras disponibles para la producción agrícola, que de ser bien aprovechadas lo llevarían a formar una gran despensa alimentaria mundial en un futuro no muy lejano.

Para lograr lo anterior, se deben generar soluciones efectivas a nuestros campesinos, las cuales los motiven y fortalezcan su labor con programas de asociación campesina, de alternativas económicas que a la vez contribuyan al fortalecimiento del agroturismo, ecoturismo y turismo cultural. Para esto, se deben destinar más recursos hacia el desarrollo de infraestructura tecnológica para nuestros pequeños productores, ya que hoy se destinan 1,79 billones del rubro nacional hacia la agricultura.

Según la Organización de las Naciones Unidas para el año 2100 se proyecta una población de más de 11200 millones de personas, lo cual lleva a plantearse la probabilidad de que llegaría a existir una hambruna generalizada de la cual hoy en 2020, faltando 80 años a la proyección de la ONU, ya vemos escases de agua y alimentos, y adicional a esto, nuestros jóvenes nacidos en el campo día tras día ven poco atractivo proyectar una vida para perpetuar el legado de sus padres, y al contrario buscan lanzar su mirada hacia los centros urbanos donde muy seguramente llegarían a engrosar cinturones de pobreza y dificultad, a raíz de los niveles actuales de desempleo que se presentan en nuestra Nación, dejando el campo para nuestros viejos, que augura una gran disminución de la actividad agropecuaria en los años venideros.

En fin, miles de problemáticas agobian nuestros campos y pueden ser mayores si no se actúa rápido. Se debe estar en la constante búsqueda de soluciones dentro de las cuales, se debe priorizar el motivar a nuestros jóvenes y atraerlos hacia la producción de sus tierras mediante proyectos encaminados al emprendimiento agrícola que cuenten con el apoyo de universidades, empresas y los entes gubernamentales para así, unidos y mediante el trabajo en equipo y trabajo cooperativo llegar a la meta de ser la despensa agrícola del mundo que tanto soñamos.

 

*Director Temático de Boyacá 

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