Por: Diego Tovar 

Hace menos de un año, soñábamos con acelerar la transformación organizacional y digital en América Latina, y la asociaba en mis presentaciones públicas a la última alocución de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, que llamó como el mayor desafío para la democracia a la desigualdad creada por la globalización. Así, introducía a la audiencia, a nuestros principales retos como sociedad; el reto ético, pasar de la ética representativa en la que nos pasamos la vida victimizándonos en quienes nos representan, a la ética participativa en la que asumimos incondicionalmente la responsabilidad de entender que, la transformación comienza por nosotros mismos, y el reto educativo, en el que sostengo que la cuarta revolución industrial y la transformación empresarial digital como respuesta, constituyen la última oportunidad que tenemos como sociedad, de superar nuestro principal problema: La inequidad.

En una nueva economía, la economía de la abundancia, la posesión de activos perdió todo el sentido y la norma se convirtió en compartir recursos, siendo el más importante la información y en esta economía, tener un propósito de transformación masiva, como el nuestro de cerrar la brecha de equidad en Colombia, se volvió clave para la atracción y retención del talento, aunado a la transformación digital como la respuesta de las empresas a esta revolución digital. Transformación a través de tecnologías digitales para mejorar la experiencia del cliente, los procesos operacionales y los modelos de negocio, siendo estos el QUE de la transformación, pero más importante es el COMO, que tiene que ver con el método para desarrollar capacidades de liderazgo para lo digital. Entonces, entendiendo el comportamiento de nuestros clientes, debemos retar los modelos de negocios y crear nuevos, basados en productos y servicios digitales, pero también debemos transformar nuestras organizaciones y nuestra cultura y no solamente introducir plataformas tecnológicas avanzadas. Necesitamos habilitar la colaboración basada en la innovación y permitirnos soñar, definir e implementar un nuevo propósito organizacional en el que podamos aterrizar la estrategia a partir de la innovación, el diseño y la experimentación, y transformar nuestros negocios creando soluciones relevantes, escalables y costo efectivas.

Emerge entonces el concepto del Keidanren de Japón, la Sociedad 5,0, el de la humanización de la revolución digital que pretende crear una sociedad superinteligente y lo que hemos denominado, los humanos aumentados o Augmented Humans.

Quisiera entonces mirar desde una perspectiva optimista los retos que la pandemia nos ha traído en materia de transformación empresarial.

Iniciemos con la forma en que trabajamos. Como lo mencionó tiempo atrás la brillante y carismática emprendedora, Silvina Moschini, “el trabajo es algo que se hace, no un lugar donde se va”. ¿Y qué podemos decir ahora que todos intentamos trabajar desde nuestras casas en medio de las medidas de confinamiento? Mi primera apuesta es potenciar el talento humano. #BoostTalent. Las empresas deben lograr respuestas rápidas, estratégicas y claras, anticipándose a escenarios inciertos, pues podrán venir rebrotes del Covid-19 y debemos adoptar medidas que mantengan las operaciones, el empleo y que nos permitan salir fortalecidos de la crisis. Los impactos vendrán a nivel empresarial en la experiencia de los empleados, en las cadenas de valor y producto de la globalización que dificulta la reacción apropiada.

 Los retos entonces están relacionados con el alistamiento de la fuerza de trabajo, el alistamiento del liderazgo y el llegar a crear una operación más inteligente con acciones como el re – aprendizaje de habilidades.

Seguramente, la operación remota que muchas empresas desplegaron aceleradamente será parte de la nueva normalidad, pero es imperativo asegurar que se mantenga o mejore la productividad que se tenía antes de la pandemia.

Para hacer un diagnóstico de esta situación, en everis desarrollamos una herramienta que denominamos Pulso, que permite evaluar los habilitadores que la compañía tiene y el nivel de aceptación de los empleados frente al teletrabajo para tomar las medidas y líneas de mitigación apropiadas para asegurar la efectividad. En seguida, se debe preparar la empresa para el regreso a la nueva normalidad, tras el confinamiento y la clave estará en la adopción de una cultura de trabajo digital inteligente.  Más allá de las recomendaciones del gobierno para la apertura inteligente de la economía, creo que es relevante centrarse en la experiencia del empleado, pues debemos recordar que trabajamos con seres humanos y preguntarnos por sus preocupaciones puede marcar la diferencia. Nuestros colaboradores como cualquier persona tienen miedos, ansiedad e incertidumbre, por lo que resulta imprescindible vislumbrar el employee journey para la vuelta a la normalidad, asegurando en nuestro equipo la confianza, seguridad y compromiso.

En nuestro propio caso, creamos la Oficina de experiencia del Covid-19 e identificamos nueve ejes de reflexión alrededor de la comunicación, la sensibilización y la formación de los empleados, para tomar ventaja cuando estemos en esta nueva normalidad. La oficina de experiencia trabaja entonces en movilidad, prevención, organización, salud y bienestar, conciliación, retribución, temas administrativos, ética y liderazgo, para tener una visión 360 y salir fortalecidos tras la crisis. En últimas y tal como lo pronunció un colega en everis, “en los momentos de verdad, los hechos son los que marcan la diferencia, pero los sentimientos vividos durante el proceso dejan huella para toda la vida”.

En términos de transformación organizacional, debemos iniciar también con nuevos paradigmas, como la transformación digital de la fuerza de trabajo y la incorporación de nubes de talento. Teletrabajar no solo es hacer las actividades laborales desde la casa, con las herramientas proporcionadas por la empresa. Los empleados deben tener la habilidad de comunicarse, colaborar, planear, gestionar equipos y lograr los resultados de forma remota. Para ello, evidentemente debemos trabajar en la transformación cultural, así como en la colaboración, comunicación, networking, más allá de asegurar el control de los dispositivos y plataformas adecuadas para el teletrabajo y finalmente implementando mecanismos de gobierno y de seguridad que mitiguen los riesgos asociados.

En nuestro “nuevo normal” se impondrán formas de trabajo flexibles, organizadas por proyectos, a destajo, desde cualquier lugar geográfico y por esto surge el concepto de Cloudworking y las nubes de talento. Bienvenidos a la nueva normalidad, la normalidad del internet del valor.

 

*Miembro Dirección de Empresa, Industria y Competitividad

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