A defender la institucionalidad

A defender la institucionalidad

Por: Juan Manuel Borráez

El 4 de agosto de 2020 sin duda será uno de los más impactantes del año en Colombia, dado que la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia decretó medida de detención domiciliaria al ex presidente y actual senador, Álvaro Uribe Vélez por presunto fraude procesal y soborno a testigos.

El caso es de una gran complejidad, ya que incluso inicia cuando la Corte Suprema de Justicia archivó una denuncia del senador Uribe contra el también senador Iván Cepeda, por una supuesta manipulación de testigos en su contra. La Corte consideró que no era Cepeda quien estaría intentando manipular testigos, mientras que Uribe presuntamente sí. Esto por intermedio de uno de sus abogados, Diego Cadena, quien también enfrenta un proceso penal por fraude procesal y soborno.

No obstante, no es intención de esta tribuna ahondar en los elementos probatorios del proceso penal o expresar una opinión sobre la inocencia o culpabilidad del senador Uribe o de su abogado Cadena. Esto será decisión, para el caso de Uribe, de la Sala de Juzgamiento de la Corte Suprema de Justicia. Esta columna busca hacer una defensa de la institucionalidad colombiana, de la división de poderes, del respeto a las decisiones judiciales y velar por los derechos procesales de quien enfrenta un proceso penal, cualquier persona que sea.

En primer lugar, por el derecho que le corresponde al ex presidente Uribe, se debe exigir  desde la ciudadanía que el proceso goce de absoluta imparcialidad, independencia judicial y transparencia. Un proceso judicial llevado a cabo de esta manera, también garantiza el derecho que tiene la ciudadanía a conocer la verdad sobre los hechos que rodean a quien ocupó la máxima dignidad del Estado colombiano.

Sin embargo, los ciudadanos deben reivindicar y exigir que, tanto quienes ocupan un cargo público como otras figuras políticas del país, en especial las ligadas al Partido Centro Democrático, acepten y acaten las decisiones de los jueces y que éstas sean debidamente controvertidas ante las autoridades judiciales mediante los recursos que la Constitución y las leyes colombianas contemplan.

No han sido pocos los ataques que ha recibido la rama judicial, particularmente la Corte Suprema de Justicia, calificándola de “izquierdista”, “antiuribista”, entre otros calificativos. Los jueces en el ejercicio de sus funciones solo están condicionados por la ley. No deja de ser llamativo y preocupante que altos cargos estatales como senadores y representantes a la Cámara, incluso embajadores, hagan llamados a desconocer las decisiones judiciales e inclusive a convocar constituyentes para reformar el Estado incluyendo a las cortes.

Capítulo aparte merece el presidente Iván Duque. Desde días anteriores a la medida de detención domiciliaria contra el ex presidente Uribe, realizó una implacable defensa suya ante un medio de comunicación. Adicionalmente, una vez conocida la medida, fue publicado un video en sus redes sociales dando una alocución en la que resaltó de Álvaro Uribe su patriotismo, reivindicó su inocencia, destacó el legado de sus dos periodos presidenciales y llamó a la “reflexión como ciudadano, para que las vías judiciales operen, y un ciudadano (Uribe) pueda ejercer su defensa en libertad”, ejerciendo una evidente presión para que la Corte tome una decisión en determinado sentido.

En su calidad personal, el presidente Duque puede tener la ideología que quiera y creer en la inocencia de cualquier persona sometida a un proceso penal. Sin embargo, debe entender que una vez se posesionó como presidente de Colombia el 7 de agosto de 2018, su papel ya no es el de representante de una corriente política en una contienda electoral, su rol pasó a ser el de Jefe de Estado y primer mandatario de todos los colombianos. Lo que debe hacer es defender la institucionalidad, promover el cumplimiento de las decisiones judiciales y fomentar que la manera de ser cuestionadas sea en sede judicial.

Los contradictores políticos del ex presidente Uribe también deben reflexionar, pues ha sido público que cuando han tenido que enfrentar procesos judiciales o disciplinarios en su contra, han atacado a las cortes y a la institucionalidad afirmando que en Colombia no se vive en democracia o que el Estado se encuentra cooptado por el narcotráfico. Las instituciones no se pueden defender cuando es un contradictor político el que se encuentra en medio de un proceso penal, y atacadas cuando es alguien de su misma corriente ideológica quien se encuentra en uno. La defensa de los valores democráticos no puede ser selectiva.

Para finalizar, vale la pena recordar que Álvaro Uribe no ha sido condenado y nadie es considerado culpable hasta que se demuestre lo contrario. El proceso debe continuar. En ese sentido, lo único deseable es que al ex presidente le sea respetado el derecho a la defensa y, en general, a un juicio justo y transparente.

Quienes se identifican con Uribe, tienen todo el derecho a protestar y a expresar su desacuerdo con esta decisión judicial, mientras sea por los conductos constitucionales y legales, esto incluye la protesta pacífica. Afortunadamente, la institucionalidad colombiana, aun con sus fallas y retos, tiene los medios para expresar el disenso frente a las decisiones emanadas de cualquier autoridad del Estado.

 

*Miembro Dirección de Seguridad y Justicia

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¿Es legalizar la mejor opción? Un análisis desde Alcentro

¿Es legalizar la mejor opción? Un análisis desde Alcentro

WEBINAR: ¿Es legalizar la mejor opción? Un análisis desde Alcentro. Junto a Carolina Fierro, Juan Manuel Galánq, Manuel Riaño y Andrés López.

 

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Turismo. La reapertura que Colombia espera.

Por: Julián David Roberto

Todos añoramos recorrer los hermosos paisajes de nuestro país, sin embargo, si no le apostamos al turismo responsable, sostenible y seguro, esta actividad no será posible.

En los últimos 10 años a nivel mundial se ha incrementado esta práctica económica y social, que ha tenido grandes impactos positivos en muchos países del mundo.

Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en el año 2019 se registraron mas de 1.500 millones de llegadas de turistas internacionales en el mundo, lo que representó un incremento de l4% de la actividad turística con relación al año 2018.

En cuanto al PIB mundial de turismo, la WTTC (World Travel & Tourism Council)  afirma que se incrementó en 3% para el año 2019 y se ha mantenido con este crecimiento constante en los últimos 10 años.

El Turismo ha demostrado ser una actividad económica de crecimiento acelerado, que ha brindado la oportunidad de crear millones de empleos a nivel mundial.

En Colombia este fenómeno no es la excepción; según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo  entre los años 2011 y 2017, se presentó un incremento de 69% en la llegada de viajeros internacionales, generando aproximadamente un 74% de nuevas empresas y 19% de nuevos empleos.  En el año 2019 se registró una ocupación hotelera de 57,8 % y se aumentó en un 2,7%  la llegada de visitantes a Colombia, registrando más de 4´515.932 millones de visitantes.

En Boyacá, se presentó un gran crecimiento en los últimos años; la Secretaria de Turismo del Departamento afirma que para el año 2019 se registró una ocupación hotelera del 37,19% y la demanda de empleos fue de 6.985 personas.

Sin duda alguna, el turismo, ha sido un elemento dinamizador de la economía colombiana y de las regiones, sin embargo, en la actualidad por las medidas tomadas por el Gobierno Nacional para mitigar los estragos en salud publica que genera el Covid 19, este sector ha sido de los más afectados. Se estima que en lo que llevamos de este año se han perdido mas de 16,51 billones de pesos y más de 2,3 millones de empleos se han visto afectados. Y esas cifras pueden ir en aumento si no se actúa ya.

En países de Europa como Francia, Grecia, Chipre, Alemania y España, la reapertura al turismo y a la nueva normalidad ya son un hecho. España uno de los últimos países en sumarse a la reactivación turística, lo ha hecho de forma progresiva en todo el territorio salvo algunos lugares como Cataluña, donde según los últimos reportes oficiales se han presentado algunos rebrotes de Covid 19.

Colombia, debe desde ya establecer criterios necesarios que favorezcan la reactivación de este sector, desde una proyección a la implementación de una política de turismo responsable, sostenible y seguro, que genere confianza.

La base de la reactivación del Turismo en Colombia es la confianza, puesto que si se realiza una reapertura acelerada, que no genere garantía del correcto cumplimiento de medidas de bioseguridad, será la reapertura de un Turismo inútil, puesto que muy pocas personas irán a lugares donde no se les garantice su seguridad.

Algunas organizaciones de este sector, han propuesto que se implemente un sello de bioseguridad, que certifique la implementación de protocolos necesarios para garantizar la salud de los turistas. Sin embargo, se considera que la implementación de este tipo de certificados hará que las empresas incurran en altos costos.

Debemos iniciar a plantear soluciones eficaces para reactivar el turismo en Colombia, para así evitar que cada vez más empleos se pierdan, al igual que el cierre de más micro, pequeñas y medianas empresas que trabajan en este sector.  Para esto se le debe apostar a generar confianza, como factor determinante en la reactivación de un turismo que a su vez sea responsable, sostenible y seguro.

 

*Director Temático para el Departamento de Boyacá

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Por más “mercatones” y más apoyo especializado para nuestros héroes campesinos.

Por: Manuel Eduardo Riaño

Todo un éxito resultó la estrategia articulada de la Alcaldía de Bogotá y la Gobernación de Cundinamarca con sus mercatones: Cajas con 18 con productos agrícolas de la región (futas, verduras, café, huevos, panela, miel, arequipe), comprados por las entidades directamente a los productores, distribuidas con ayuda del Ejercito Nacional y sin intermediarios comerciales. Tan buena salió la iniciativa que Patricia González, Secretaria de Integración regional de la Gobernación, expresó en sus redes sociales que las 18 mil 700 cajas ofrecidas se agotaron en el fin de semana del 25 y 26 de Julio. Ya se están planeando nuevas jornadas y eventualmente se incluirán otros artículos de la región. Tan buena salió la idea que se vincularon además los departamentos de Meta, Tolima y Boyacá, los proveedores naturales de alimentos para la Capital y sus municipios vecinos.

De acuerdo con las cifras publicadas por la Gobernación de Cundinamarca la acción de intervención de mercado que se realizó, permitió generar un “alza del 155% para el pago a los campesinos, un incremento del 400% de utilidad para ellos y la reducción de un 10% en los precios para el consumidor”. Un productor de papa de Zipaquirá, durante el evento de cierre manifestó que la iniciativa le permitió vender a dos veces más el precio que estaba vendiendo antes.

Definitivamente un gran acierto que benefició de manera directa a los que suelen ser los eslabones más débiles en toda esta cadena de abastecimiento alimentario. Sin embargo, esta acción debe dejarnos un cuestionamiento enorme de políticas públicas alrededor de la seguridad alimentaria de las ciudades y del bienestar y competitividad de los productores agrícolas de la Región.

Esa es precisamente la estrategia que plasmó el Gobernador Nicolás García en su recientemente aprobado Plan de Desarrollo Departamental. De acuerdo con el documento “Cundinamarca Región que Progresa”, la iniciativa compromete el fortalecimiento de las Centrales Campesinas Cundinamarquesas y en constituir la Agencia Comercial del departamento, una agencia que permita acercar al gran comprador con el pequeño productor, disminuyendo o eliminando la intermediación.

Esta Agencia Comercial estaría además relacionada con el fortalecimiento del Sistema de Competitividad e Innovación de Cundinamarca. Una estrategia en línea con los modelos de Región inteligente, donde el desarrollo de las ciudades inteligentes se expande más allá de los núcleos urbanos y se busca impulsar nuevas medidas que apuesten por la especialización inteligente de todo el territorio regional. Con esta iniciativa la Gobernación de Cundinamarca busca potencializar las actividades productivas del campo. Esto es, que los campesinos logren mayores ingresos y accedan a más oportunidades a partir de la transformación de sus productos, de mejoras en la infraestructura vial, de la apertura de mercados a través de la especialización productiva y de tecnología y, por supuesto, la posibilidad de aprender y acceder a servicios oportunos para el desarrollo de sus actividades económicas.

Es por esta razón, que es clave que la estrategia genere proyectos claros y viables para la promoción de la asociatividad y la comercialización para la transformación y la especialización inteligente de productos y por supuesto para mejorar ese rezago enorme de nuestro país en cuanto a la modernización de infraestructura logística para la distribución. Todo un modelo de Región inteligente que genere riqueza y oportunidades a partir de la vinculación de distintos territorios y agentes por la vía de un modelo de impulso colaborativo que repercuta tanto en los grandes núcleos urbanos (Smart City) como en los pequeños municipios (Smart Rural).

No es noticia nueva que los intermediarios se quedan con las mayores tajadas del precio que finalmente pagan los consumidores finales en el sector de alimentos, más evidente aun cuando hablamos de productos agrícolas. Pero tampoco debe nublarnos la acogida tan grande que tuvo la iniciativa en medio de esta Pandemia y con muchas personas con ánimo de solidaridad por los pequeños productores. La Gobernación de Cundinamarca y la Alcaldía de Bogotá no tienen la experiencia, ni está en sus funciones convertirse en una competencia de las grandes superficies o de los grandes centros de abastecimiento. Tampoco es sostenible ni competitivo implementar una empresa de logística distrital o departamental, para eso están los que saben y ya han perfilado su sector. Pero sí que se puede desde la óptica departamental generar mecanismos para organizar la producción, regular y vigilar los precios de compra y venta, generar programas de impulso al campo y a los productores y disminuir muchos de los costos de estas intermediaciones; la Agencia Comercial es una gran alternativa.

En definitiva, la creación y puesta en marcha de esta la Agencia Comercial de Cundinamarca debe ser prioridad para el gobierno regional y su sentido de urgencia debe propender por potenciar la actividad agrícola, la competitividad departamental y el beneficio de los consumidores. Ojalá que hayan más mercatones para nuestros productores agrícolas del Departamento y de la Región, pero aún mejor que se constituya pronto la Agencia Comercial como una solución sostenible y de largo plazo para el bienestar de todos los actores del sistema. Un paso fundamental para pavimentar el camino hacia una Región Inteligente.

*Director Temático del Departamento de Cundinamarca

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¿Federales?

Por: Pablo Trujillo

Iniciada la emergencia sanitaria muchos esperaban que estuviera lejos el día en el que la pandemia se abriese paso hacia los territorios más olvidados del país: El Amazonas, Chocó, la Guajira y la región insular colombiana, tendrían que soportar el golpe del virus en una situación de precariedad abrumadora. Una crisis multisectorial como la que se vive hoy en el país revela con crudeza el crecimiento disparejo entre regiones del que ha sido objeto Colombia, que mira con tristeza e impotencia el decaído estado de las regiones más desfavorecidas del país. La situación crítica en las regiones ha admitido la pregunta que algunos parlamentarios se han hecho en estos días: ¿El modelo unitario le falló a las regiones?

A pesar de vivir entre las mismas líneas fronterizas y ser acreedores de los mismos derechos, para nadie es un secreto que de departamento en departamento la situación cambia bruscamente, y entre más lejos de Bogotá, más pequeña es la porción del presupuesto nacional, donde tantas veces hay que raspar la olla para satisfacer las necesidades de 32 departamentos y sus distritos especiales. La compleja dependencia de las regiones con la capital pone sobre la mesa la fiabilidad del Estado unitario y la exclusividad en el manejo de los recursos desde el gobierno nacional.

De ser así, habría que desempolvar la discusión federalista que parecía haberse archivado hace más de un siglo. La intensificación de los problemas que residen en la construcción del país “de adentro para afuera” justifica volver al debate sobre el Estado unitario, donde es indiscutible que hay departamentos donde no se recibe acorde con lo que se da, o donde algunos departamentos simplemente no son beneficiados acorde a sus necesidades. A lo largo de los años se ha evidenciado que el gobierno nacional no puede apreciar completamente los problemas locales, no tiene ni ha tenido la capacidad operativa para resolverlos todos y tampoco le ha dado las herramientas suficientes a los departamentos para que éstos actúen. Por supuesto, el federalismo implica el reto de articular las iniciativas locales con las metas nacionales, pero a cambio veremos un crecimiento más equitativo con departamentos fortalecidos y proactivos que puedan contribuir con creces a la nación, particularmente en el ámbito económico al explotar el potencial productivo y de innovación en cada territorio.

            Tal vez la ventaja más publicitada del federalismo es la garantía de autonomía y recursos para las gobernaciones de modo que estas puedan ejercer con mayor pragmatismo y eficiencia en la construcción de políticas públicas mejor enfocadas frente a los problemas particulares que enfrenta cada región. Los gobiernos del siglo XXI han dado pasos importantes en la atención a los territorios más apartados del país, pero las funciones del Gobierno solo pueden ramificarse hasta cierto punto antes de que este empiece a perder su eficacia o incurra en gastos públicos insostenibles e injustificados. Las situaciones complejas en los departamentos requieren mayor celeridad y algo más que “paños de agua tibia”, como se han denominado en ocasiones las soluciones transitorias que más temprano que tarde terminan por caerse.

Con mayor autonomía para los territorios el federalismo permite la implementación de normas locales o departamentales, elemento beneficioso para formar una suerte de “laboratorios” de política pública donde se puedan ensayar los efectos de iniciativas como la regulación del consumo de estupefacientes o el ingreso básico universal a nivel regional antes de lanzarlas al debate nacional. La política desde los departamentos puede entonces ofrecer soluciones innovadoras al narcotráfico, a la pobreza multidimensional y al aún limitado acceso a la educación, que dependen en gran parte de legislación que el Congreso de la República tardaría en proponer, debatir y tramitar a nivel nacional.

En el caso de adoptar un modelo federal para el manejo presupuestal y tributario, gobernaciones y alcaldías tendrían mayor autonomía a la hora de estructurar su presupuesto acorde a lo que tienen y lo que necesitan sus departamentos. En las regiones menos favorecidas económicamente esto suena atractivo, entre otras cosas podría ser finalmente poseedores de las regalías por la explotación de sus recursos naturales, como es el caso del Catatumbo, largamente explotado y pocas veces beneficiado por las petroleras multinacionales.

La interminable procesión de gobernadores encargados en la Guajira y otras regiones por malos manejos del presupuesto local devela la necesidad de fortalecer las labores de control de la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía a nivel nacional y departamental para evitar actos semejantes de corrupción en un escenario federal donde habría mayor erario y poder en las manos de los dirigentes locales. Igual que repensar la labor de los entes de control, habrá que discutir qué funciones deben quedar en manos del gobierno nacional y qué debe pasar al dominio de los departamentos.

Un debate como éste es largo y complejo, no se trata de un simple “cambio de canal”; Es la reestructuración de un Estado que debe velar por la equidad en el cumplimiento de los derechos de cada colombiano independiente de la región donde viva, a fin de cuentas, al igual que una cadena y sus eslabones, Colombia es tan fuerte como su región más débil y vulnerable.

Al momento no se sabe si la iniciativa federal se traduzca en un proyecto de acto legislativo para cambiar la configuración territorial del país. Sin embargo, la crisis que hoy atraviesa el país exige que nos preguntemos por la eficacia del sistema unitario colombiano y el papel de los departamentos en el plano nacional: ¿El gobierno unitario encapsula el potencial del país? ¿Qué hacer para saldar la deuda con tantos territorios olvidados?

*Columnista Invitado

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