Una vez más, el debate sobre el aborto está en la agenda pública. En las últimas semanas, decenas de columnas, noticias y programas de radio han revivido debates sobre este tema, que, sin duda, toca fibras sensibles de una sociedad. Estamos llevando a la picota pública decisiones que deberían poder tomarse en la intimidad. Celebro la ponencia del Magistrado Linares de la Corte, le doy la bienvenida al debate, pero me genera aún inquietud que se esté generando una sensación de polarización frente al tema y que esto esté perpetuando barreras y estigmas.
La Corte no puede retroceder sobre aquello que ya ha garantizado. Si partimos de esta base, a grandes rasgos, había tres opciones reales sobre la mesa: la primera es mantener la despenalización de las tres causales -peligro para la salud de la madre, malformaciones que inviabilizan la vida del feto y violencia sexual- contempladas en la Sentencia 355 de 2006, la segunda es despenalizarlo completamente, y la tercera es implementar una restricción de tiempo con o sin las causales. La ponencia de Linares reconoce que las mujeres enfrentan aún muchas barreras y propone es una cobinación de la segunda y la tercera: propone despenalizarlo completamente hasta la semana 16 y aplicar las tres causales de ahí en adelante.
Sin embargo, más allá de la discusión sobre la necesidad de un aborto libre y seguro que ya han abordado con gran pertinencia personas como Mónica Roa y Vanessa Daza, la sola existencia de las demandas enciende varias alarmas. Esta no es la primera vez que los opositores del aborto intentan llevar a la Corte a recular sobre lo que logró en 2006. En 2018, la Magistrada Cristina Pardo trató de limitar el tiempo en el que se permite un aborto a 24 semanas. En ese momento, la Corte no admitió el límite y, además, reiteró que las barreras que las mujeres enfrentan para acceder a abortos seguros constituyen actos de violencia con las mujeres.
Ahora una ciudadana insistió nuevamente en pedirle a la Corte que se retracte. Me atrevo a pensar que Natalia Bernal, la abogada y doctora en Derecho Constitucional que presentó la demanda, tiene claro que la Corte no puede retroceder sobre lo que ya ha determinado, sin presentar nuevos argumentos. Sin embargo, poner el debate nuevamente en la agenda puede ser un mecanismo para intentar estigmatizar el aborto ante el público. La opinión pública colombiana apoya mayoritariamente el aborto legal. No obstante, la discusión en torno a la prohibición ha generado condiciones para, primero, crear la sensación de que el país está polarizado alrededor de este tema; segundo, darle plataforma a voces radicales que pretenden plantear un debate en clave de héroes y villanos como lo hizo el senador Álvaro Uribe en Twitter; y tercero, perpetuar las barreras sociales y los estigmas a los que se enfrentan mujeres que están considerando la posibilidad de abortar.
Aunque el contexto legal y político de Estados Unidos es muy diferente al colombiano y la historia del derecho al aborto se basa en otro tipo de argumentos, lo que ha ocurrido recientemente en este país debe servir de alarma. En 2013, el estado de Texas restringió fuertemente el aborto, lo que resultó en un incremento en las barreras de acceso. El años pasado, varios estados pasaron legislaciones que pretenden limitar o prohibir el acceso al aborto. Si bien la mayoría de estas legislaciones fueron bloqueadas en el nivel nacional, más estados han intentado prohibir parcial o totalmente el aborto. Esto ha tenido, al menos, dos consecuencias: primero, los movimientos antiaborto han ido ganando espacio para revivir debates sobre derechos que ya habían sido garantizados y segundo, ha generado rumores sobre la imposibilidad de abortar, creando así confusión entre el público. Además, ha creado espacio para discursos radicales alrededor del aborto, como el que dio Donald Trump en el Estado de al Union.
La ponencia del Magistrado Linares generará con seguridad un debate álgido. La tarea ahora es enfocarnos en resolver los obstáculos y desigualdades más apremiantes que aún enfrentan miles de mujeres en el país, en vez de seguir invirtiendo tiempo y energía en defender lo que ya se ha defendido. Esa energía colectiva podemos invertirla en pensar cómo reducir los 400.000 abortos clandestinos anuales o evitar las 70 muertes anuales por estos procedimientos; podemos invertirla en imaginar una educación sexual de calidad para los niños y niñas de todos los rincones del país; podemos invertirla en lograr que más del 10% de los hombres hablen sobre anticoncepción con un profesional de la salud; podemos invertirla en eliminar las barreras sociales y culturales que persisten para que las mujeres accedan a procedimientos oportunos; podríamos invertirlas en reducir las enormes brechas de desigualdad que hacen que el aborto en Colombia siga siendo un privilegio de clase.
Sin duda, ante un tema que toca fibras tan sensibles, el debate es necesario y bienvenido, siempre y cuando no perpetúe barreras sociales, prácticas y legales. Empieza ahora una nueva batalla para seguir derribando estigmas y eliminando barreras, para que así, de una vez por todas, las mujeres podamos decidir con autonomía, libertad y seguridad.
Los problemas de movilidad se asocian de manera frecuente con los modos de transporte público que se implementan en Bogotá como Transmilenio y el metro. Sin embargo, la cuestión principal va más allá y pasa por las desigualdades generadas a partir de los procesos de segregación espacial. Las desigualdades en el acceso al transporte, la distribución y concentración de los usos de suelo que generan mayor valor agregado y empleos de mejor calidad en zonas del centro y nororiente, dejando a las zonas periféricas relegadas en estos aspectos.
Bogotá ha tenido a lo largo de su historia una manera particular de combatir la segregación espacial; desde 1942 la multimodalidad en el transporte fue tomada como la solución cuando se desarrollaron los primeros estudios del metro para la ciudad. Desde aquella época, los bogotanos hemos creído que los medios de transporte son la máxima solución a los problemas de movilidad. En la actualidad, la respuesta suele ser la misma: se requiere un sistema multimodal, es decir, uno que integre bicis, metro, buses, etc. A mi modo de ver es pieza fundamental en el paquete de soluciones pero esto va más allá porque se trata de segregación espacial.
Para el economista estadounidense Thomas Schelling la segregación espacial resulta de dos situaciones puntuales. La primera de ellas son las políticas de Estado como: las normas y regulaciones urbanas. En segunda instancia, se encuentran las acciones descentralizadas de los agentes económicos como las inmobiliarias, las instituciones de créditos, etcétera. y de las preferencias y decisiones individuales.
Teóricamente la segregación espacial tiene muchos factores de medición algunos de ellos son: el acceso a servicios, transporte y movilidad, acceso al suelo, infraestructura urbana, factores ambientales, entre otros. Con el ánimo de atizar la discusión el presente escrito se centrará en explicar la relación del transporte público, las actividades desarrolladas en el suelo y los efectos de las mismas sobre la informalidad y los tiempos de viaje.
Para empezar a enmarcar el análisis en el plano práctico me remito al Expediente distrital de 2017 elaborado por la alcaldía de Bogotá. Este documento afirma que las localidades con mayores tiempos de recorrido están ubicadas en las zonas periféricas de la ciudad (Bosa, Ciudad Bolívar y Usme). Mientras que las localidades ubicadas en la zona central de la ciudad (Candelaria, Teusaquillo, Chapinero y Barrios Unidos) presentan menores tiempos en los recorrido. Lo anterior está muy relacionado con un factor fundamental en el análisis de la segregación y como la clase social a la que pertenece una persona influye en los tiempos de viaje y en la calidad de vida que posee. Por lo que se discrimina la información en estas dos categorías.
Clase social: existe una relación directa en el tiempo gastado y el estrato socioeconómico, los estratos más bajos (1 y 2) gastan un mayor promedio de tiempo (65 y 61 min), mientras que el promedio de viaje en estratos medios (3, 4 y 5) se acerca al promedio de 57 min que posee la ciudad y por último el viaje de las personas cuya vivienda está ubicada en estrato 6 es de 47 min.
Ubicación de la vivienda: Los estratos medios y altos básicamente están ubicados en el eje de la Avenida el Dorado y el eje Nororiental de la ciudad. Por lo que, localidades periféricas como: Bosa, Ciudad Bolívar y Usme tienen un tiempo de viaje 18% mayor al promedio de Bogotá. En contraste, los viajes originados en localidades como La Candelaria, Teusaquillo, Barrios Unidos y Chapinero, son un 23% más rápidos que el promedio.
Mapa 1. Espacialización y caracterización de los factores de segregación urbana.
La situación anteriormente demuestra el impacto de la segregación, ya que, afecta en mayor medida las preferencias y decisiones individuales de la población menos favorecida teniendo en cuenta que no pueden elegir vivir cerca a los núcleos de desarrollo debido a valor del suelo, tampoco pueden acceder a un sistema de transporte multimodal para llegar a ellos.
Esto nos da luces sobre fenómenos de marginalización generados en parte por el modelo de ciudad que concentra geográficamente los trabajos y servicios, provocando que algunas localidades periféricas destinen hasta un 90% de su suelo a vivienda y rezaguen el desarrollo de otras actividades. Este patrón en el uso del suelo genera más congestión vial y en el transporte público, debido a que el 29.5% de los viajes en Bogotá se hacen para ir al trabajo o a estudiar dos actividades cotidianas que deben suplirse en una menor distancia.
La disposición del uso del suelo en cada localidad es supremamente importante para mejorar la calidad de vida y los tiempos de viaje, debido a que el tiempo utilizado para trasladarse puede limitar a que el individuos acceda al mercado laboral formal, quedando atrapado en zonas periféricas y empleos informales, esto gracias a los altos costes de desplazamiento desde los asentamientos informales periféricos hasta las localidades con usos de suelo más equilibrados entre vivienda y actividades productivas, más específicamente servicios.
Según el documento “Determinantes de la distribución espacial de la informalidad laboral en Bogotá”, elaborado por la Secretaría de Planeación de Bogotá “las UPZs de Chicó, Chapinero, Teusaquillo y Barrios Unidos donde se presenta una adecuada mezcla de usos de manera cualificada eleva el valor del suelo ocupado convirtiendo a estas zonas de preferencia de localización para actividades formales empujando a las actividades informales hacia zonas más periféricas de la ciudad”. Estas localidades tienden a tener menores tasas de desempleo y gastan menos tiempo en recorridos.
Mientras que “en la periferia urbana, la mezcla de usos puede ser alta, pero ocurre con actividades económicas de baja especialización y valor agregado por lo que una alta mezcla de usos con menor cualificación de usos hacia las zonas periféricas se asocia con altos niveles de informalidad laboral”. (SDP, 2018)
Una buena alternativa para equilibrar el territorio son los modelos de ciudad policéntricos pues distribuyen espacialmente el trabajo, zonas universitarias, industrias y/o clusters especializados, etc. El estudio de la ciudad nos debe conducir a tomar medidas contra la desigualdad y la segregación. Partiendo de soluciones indispensables, pero no estructurales como mejorar el acceso a medios de transporte públicos y alternativos dirigidos a las comunidades periferias. La movilidad en Bogotá es pieza fundamental para facilitar el acceso a bienes y servicios, pero no se distribuye equitativamente. ¿Por qué la solución consiste en que el Metro conecte los sectores de bajos ingreso con los de alto ingresos que generan el trabajo mejor remunerado y los servicios más especializados? Y las autoridades distritales no elaboran políticas públicas eficaces y ejecutadas mediante planes y proyectos para que los lugares de trabajo de la población de menores ingreso se localicen cerca de ellos, haciendo de Bogotá una ciudad mucho más sostenible.
*Miembro de número de la dirección de Transporte y Asuntos Urbanos de Alcentro.
Para el 31 de mayo de 2020, deberán estar listos 1103 Planes de Desarrollo Municipal y 32 Planes de Desarrollo Departamental. Para el país significa el banderazo de uno de los retos más importantes de planeación y ejecución de proyectos en las distintas regiones del país.
Los Planes de Desarrollo Territoriales no sólo son la hoja de ruta para los gobiernos locales y departamentales en su actuar de gobierno, sino la concepción de desarrollo económico, social, político y cultural del territorio. Son el reflejo de una visión de país desde la diversidad expresando así, las diferentes formas de abordar los problemas públicos en educación, salud, trabajo, paz, etc.
Pareciera entonces que la ejecución de los PDT en las seis regiones del país son un asunto exclusivo de las entidades territoriales. Pero no es así, y cada vez más este instrumento de planeación es un documento de consulta y trabajo de los distintos actores que se encuentran en los distintos departamentos del país. Evocando la definición general de Gobernanza Territorial donde los actores públicos, privados y la sociedad civil tratan los asuntos públicos de una manera articulada, los PDT son el punto de convergencia.
Casos como el de Medellín y de Bogotá son ejemplo de una apuesta por crear ciudades inteligentes basadas en la articulación entre lo público, lo privado y la academia. Por un lado, tenemos la plataforma “MiMedellín” que a través de una interfaz virtual estimula a diferentes actores del territorio a participar en una co-creación de ideas que sirvan cómo solución a los asuntos de la ciudad. De igual forma encontramos ViveLab Bogotá que con apoyo del Mintic, la Alcaldía y la UNAL busca el procesamiento de datos y la difusión de información estratégica para que los ciudadanos aporten sus puntos de vista sobre la capital.(ver: Debates de Gobierno Urbano, UNAL,2017)
La empresa privada entra con mucha importancia en este juego, dado que a partir de allí las operaciones y actividades particulares pueden articularse con las metas y propósitos públicos. Los PDT son el aceite que lubrican los engranajes del desarrollo territorial. Son el lenguaje en común para generar avances en zonas alejadas de los circuitos económicos del país.
Con la tendencia de las empresas de generar planes estratégicos basados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible -2030 (ODS) encontramos otro punto de encuentro, dado que tanto en el Plan Nacional de Desarrollo como en el Territorial se advierte la importancia de generar metas emparejadas a los 17 ODS, algunos como reducción de la pobreza, justicia y paz, ciudades sostenibles entre otros.
De igual forma, estos Planes de Desarrollo Territoriales deberán buscar mecanismos de asociatividad municipal y departamental, dado que las fronteras políticas han ido desapareciendo y son las dinámicas de gobernanza entre los diversos actores los que determinan los alcances geográficos de los proyectos y sus impactos, en un contexto de fortalecimiento de la estructura territorial por regiones. (ver: Ley 1962 de 2019)
Lo que planteo líneas atrás pareciera ser un llamado a la inversión social y económica por parte de las grandes corporaciones. Mecanismos tradicionales de Responsabilidad Social Empresarial que vienen desarrollándose en el país.
Pero no nos equivoquemos, hay un gran potencial de los emprendimientos y las mipymes (98% de las empresas en Colombia) en que se conviertan replicadores de desarrollo y aliados estratégicos de las entidades territoriales. En la medida que los propósitos de estas pequeñas y medianas empresas se alineen con los objetivos de los planes, programas y proyectos de los gobiernos locales, se estará aportando paulatinamente al impacto social, económico y ambiental; generando una situación de gana-gana, donde los emprendimientos y mipymes tienden a crecer y aumentar su posicionamiento nacional y territorial; y el Estado adquiere múltiples y diversos socios en su misión de llevar bienestar a la sociedad.
La invitación es, si usted tiene un emprendimiento o una pyme, participe en los diferentes escenarios de construcción y de participación ciudadana de los Planes de Desarrollo Municipal o Departamental. Ponga el ojo a este instrumento de planeación en las zonas que tiene o quiere realizar transformaciones. Particularmente, aquellos emprendimientos que nacen de una vocación urbana, el llamado es mirar hacia los territorios, allí hay grandes oportunidades y nada más satisfactorio de ser un agente determinante de cambio en regiones más golpeadas por la pobreza y el conflicto armado.
*Miembro de número de la dirección de Gestión de Territorios de Alcentro.
Siempre
oimos que a los colombianos nos gusta pelear, que vivimos irritados, que somos intolerantes
y reactivos. Las redes sociales son muchas
veces la plataforma en las que nos desahogamos con el que sea y esto podría
confirmar esta afirmación. Sin embargo, ¿esto hace parte de nuestra naturaleza o
se debe a algo más, será que no estamos dialogando entre nosotros?
Apuesto
que nunca nos hemos preguntado si dialogamos realmente. Se los pregunto ¿lo
hacen?. La acción de dialogar no se reduce unicamente al intercambio de
palabras, sino a escuchar los argumentos y opiniones del otro y discutir sobre
un tema o problema para llegar a un acuerdo. Sin lugar a dudas, el dialogo es
el primer paso para el consenso y el consenso es el objetivo de las sociedades
democraticas modernas. En su definición pura, eso es política.
Esta
falta de dialogo con el otro se debe a que vivimos en un mundo donde estamos
obsesionados con tener la razón. Siempre
tendemos a buscar la información que confirma nuestras propias creencias o prejuicios,
y poco o nada nos importa considerar otras alternativas o incluso la
posibilidad de que estemos equivocados. Este sesgo de confirmación es el mayor generador de
“fake news”.
Esta modalidad de generar
información acomodada a nuestro pensamiento es el resultado de buscar que nuestra
argumentación quiera derrumbar al otro sin oírlo. Lo hace usando los argumentos
que comprueban que nosotros tenemos la razón, mostrándonos lo que queremos ver
o engañando al otro con información ficticia para convencerlo o asustarlo. Muchos
debates en redes tienen argumentos preconcebidos y en varios casos buscan crear
no un diálogo o un debate, sino imponerse sobre el otro y ponerle etiquetas estigmatizándolo.
Por
eso, hemos decidido vetar conversaciones o espacios. Hoy, por el miedo (o la
pereza) al dialogo, hay lugares dónde es mal visto hablar de política o sucesos
nacionales. Esto pasa en grupos de WhatsApp, en conversaciones familiares y de
amigos, donde quién habla sobre estos temas es tíldado como el “jarto” o el malo
del paseo. Increíblemente preferimos guardarnos nuestras opiniones y omitir
temas en vez de discutirlos y dialogar constructivamente (tengo varios
familiares y amigos así).
Sin
embargo, no solo se trata de hablar de los temas, sino de no estigmatizar al
que piensa diferente. No podemos seguir repitiendo nuestra historia (estamos llenos
de ejemplos) en donde se ha preferido la violencia hacia el otro antes que
escucharlo y dialogar con él. Basta de calificativos de “mamerto”, “paraco” o
“tibio”. Estas etiquetas que ponemos eliminan al otro como interlocutor válido
y nos impiden dialogar. No podemos pasar de eliminarnos con armas a eliminarnos
con palabras – se puede volver un circulo vicioso-. No sabe más el que grita más duro,
el que reacciona agresivamente, ni mucho menos el que recurre al insulto, la
intimidación o la calumnia para imponerse.
Quiero
hacer una invitación a desafiar el sesgo de confirmación. Dejemos de creernos
dueños de la razón, leamos varias fuentes de información, sentemonos a escuchar
al primo o a la amiga que piensa diferente, no le huyamos al debate en la
oficina e intentemos entender a esa persona con una posición distinta a la de
nosotros. No llevemos los debates al
lado personal, ni validemos a personas que buscan brillar jugando con el nombre
o la reputación del otro. Esta práctica es común cuando se carece de propuestas
y argumentos.
No
tomemos el camino facil de criticar todo sin oir argumentos. Si en Colombia nos
escucharamos más, participaramos más e hicieramos el esfuerzo por entendernos,
tendriámos mejores familias, mejores amigos y mejores ciudadanos.
Por
supuesto que nunca vamos a estar de acuerdo en todo, pero solo dialogando podremos
llegar a acuerdos sobre lo fundamental.
¿Dialogamos?
*Director de Asuntos Públicos y Buen Gobierno de Alcentro.
Con la llegada de la tecnología al mundo financiero Colombia se ha venido consolidando como el tercer ecosistema Fintech mas importante de América Latina después de México y Brasil[1]. Este gran reconocimiento no solo se da como respuesta a una banca colombiana aun muy tradicional donde en muchas ocasiones se depende de sucursales físicas y engorrosos tramites, sino por la dificultad en cuanto a requisitos o “papeleo” para acceder a servicios financieros básicos.
Todos estos proyectos financieros basados en tecnología se convertirán en importantes impulsores de la Inclusión Financiera en Colombia pues muchos de sus desarrollos se concentrarán en llegar a segmentos del mercado que, o están inconformes con sus actuales servicios o simplemente no encajan dentro de los objetivos comerciales de la actual banca.
Sin embargo, a pesar del gran aporte que las Fintech y los desarrollos tecnológicos harán a la Inclusión Financiera, existe un considerable riesgo donde precisamente por el fácil, rápido e intuitivo acceso a dichos servicios, el bienestar financiero de algunos usuarios en el mediano y largo plazo se afecte, pues estas innovaciones harán que con un par de clics se pueda acceder a créditos e inversiones sin conocer a fondo las responsabilidades financieras que estos servicios conllevan.
Con desarrollos cada vez mas intuitivos y visualmente agradables, los colombianos podrán endeudarse e invertir fácilmente quizás pasando por alto la conveniencia, propósito y viabilidad financiera de esa importante decisión.
Por esta razón, reconociendo los grandes beneficios que seguirá trayendo la tecnología, es importante que las iniciativas de Inclusión Financiera vengan acompañadas de Educación Financiera bajo el liderazgo y supervisión del Estado, donde se le enseñe al usuario a analizar y comprender las condiciones, beneficios o perjuicios reales que les traerá adquirir dichos productos.
La Educación Financiera, preferiblemente desde temprana edad, le podrá enseñar a los futuros usuarios que endeudarse para cubrir gastos o caprichos del día a día, a la final no es sostenible; les podrá generar un criterio financiero que los motivará a indagar, preguntar y asesorarse cuando en el mercado surjan promociones que “garanticen” exorbitantes rentabilidades o cuando insistentemente ofrezcan en redes sociales créditos que se aprueban en pocos minutos.
De esta manera, si se aúnan esfuerzos para garantizar Inclusión con Educación entre el Estado, las nuevas Fintech y la actual banca que poco a poco ira sacando al aire sus Neobancos, la economía colombiana será la gran beneficiada pues quienes accederán a los nuevos servicios serán personas más informadas, responsables y por ende críticas que los llevará a aprovechar al máximo las herramientas de un ecosistema financiero en constante cambio.
Director Educación Financiera de Alcentro*
[1] Fintech: Innovaciones que no sabías que eran de América Latina y Caribe – Finnovista y el BID 2019.
Hoy 13 de febrero, día mundial de la Radio proclamado por la Naciones Unidas, se celebra un año más de este maravilloso servicio, el cual este año, se destaca como el medio de comunicación más usado en todo el mundo que se transforma en una herramienta esencial para formar a la sociedad en la diversidad; definición que es totalmente acertada en nuestro país, al contar con 1589 emisoras que acorde a su finalidad en la programación velan para que todas las voces se escuchen, se expresen libremente y se sientan representadas.
La radio ya como servicio de radiodifusión sonora en conjunto con sus componentes esenciales para transmitir la voz humana tiene como antecedente en el mundo, el 24 de diciembre del año 1906, tal como lo registra la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura al citar a Reginald Fessenden que efectuó la primera radiodifusión y trasmisión de la voz humana, música en vivo y música grabada, lo que convierte a este servicio además en uno de los más antiguos de las comunicación aun presentes en el mundo con más de 113 años de antigüedad.
En nuestro país el Servicio Público de Radiodifusión Sonora tiene como antecedente histórico y técnico a los radioaficionados que son los primeros en efectuar este tipo de transmisiones inalámbricas a través de receptores de baja potencia y ya como servicio tal como lo narra la Historiadora Diana Uribe en unos de sus podcast que la primera emisora fue la llamada HJN, en el año 1929, durante el mandato del Presidente Miguel Abadía Méndez posteriormente llamada la Voz de Barranquilla, celebrando entonces 90 años de la radio colombiana a la fecha.
Los 90 años de historia de la radio colombiana se han destacado desde sus inicios como medio de comunicación esencial e influyente en nuestro país al ser un medio de comunicación que traspaso con su señal dificultades geográficas y ahora las económicas, ya que es un servicio económico para su transmisión pero gratis para el usuario, donde sigue perdurando su influencia tal como lo destacó el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en conjunto con Cifras & Conceptos en la Primera Gran Encuesta TIC del año 2017, estableciendo que el 71 % de los ciudadanos han escuchado radio en el último mes, lo que configura este servicio como esencial para la comunicación de los Colombianos.
Ahora de las categorías existentes de la radio y su papel de velar por la instrucción a la sociedad en la diversidad, es fundamental la radio comunitaria, cuya visión e influencia sirven como instrumento de integración nacional, lo que consolidaría la naturaleza territorial de estos medios de comunicación, al ser la radio comunitaria un instrumento que le permite a todos los colombianos crear y difundir contenidos pluralistas, culturales, educativos y en general de fortalecimiento de la diversidad.
De otro lado los efectos de la Ley de Modernización del Sector TIC respecto al Servicio de Radiodifusión Sonora, traerá grandes retos de análisis e interpretación frente a la maximización del bienestar social sobre la maximización de recursos en los procesos de asignación de espectro radioeléctrico, el aumento de los plazos de las concesiones del servicio a 20 años con prórrogas de este mismo término en relación al mercado del servicio de la radio y además el papel que jugara el nuevo regulador único como lo será la Comisión de Regulación de Comunicaciones en aspectos tan fundamentales para el servicio como su mercado entre otros, lo que en su día es esencial que se apoye este servicio y se genere una interpretación regulatoria que beneficie a estos medios de comunicación para que sigan creciendo y no disminuyendo.
Consiguientemente, el servicio de la radio al ser en la actualidad una tecnología análoga debe transformarse y prevalecer en esta era digital, para lo cual, en su día todos debemos comprometernos en especial, el Gobierno Nacional a brindar las herramientas para que se genere una interpretación dinámica de la regulación y se cree una nueva adaptada a los retos de la cuarta revolución industrial, en conjunto con el desarrollo de su habilitación, lo que brindaría herramientas para que el servicio siga evolucionando al lado de las nuevas tecnologías y mercados dinámicos tecnológicos.
En su día agradecemos la extraordinaria labor de los locutores, creadores de contenido, operadores, prestadores, técnicos, administradores, académicos, reguladores, entidades privadas, entidades públicas, organizaciones sociales y demás personas que desde hace más de 90 años han hecho posible que la radio sea el medio de comunicación con más cobertura e influencia en nuestro país y hoy todos los que amamos este servicio tenemos un reto aun más grande que es impulsar el uso de tecnologías que convertirían este servicio análogo en un servicio esencial de comunicación en la cuarta revolución industrial, como lo son, el chip de F.M., radio hibrida y radio digital.
*Director de Radiodifusión Sonora del Tanque de Pensamiento Alcentro.