Por: David Pombo 

Cada vez más en Santa Marta, un grupo indeterminado de personas y no articuladas necesariamente para actuar como red, realizan críticas por distintos flancos al proyecto del «cambio», al de la alternativa a los proyectos políticos tradicionales de la ciudad, al proyecto político de los de «ahora», a Fuerza Ciudadana. Iniciativas que no denotan una articulación como plan estratégico para derribar las pequeñas conquistas del caicedismo y su movimiento naranja, sino como un ejercicio de empoderamiento de la misma ciudadanía que empieza a identificar las grandes falencias y desaciertos de la política pública.

Sin duda alguna, Fuerza Ciudadana es un fenómeno político local con más de una década ejecutando la política pública de Santa Marta y comenzando a delinear la del departamento del Magdalena, con espíritu de crecer regional y nacionalmente, sin embargo, pareciera que su efervescencia y su afán desmedido de creer que la agenda política se traza únicamente desde la comunicación y el marketing institucional, desconociendo la capacidad primaria de relacionarse y conectar con los actores de los territorios en los que despliega esas grandes campañas de mercadeo.

Distantes de la oposición y de los enemigos de políticos del caicedismo, un sector amplio de ciudadanos, mujeres y hombres de diferentes estratos sociales, de manera independiente han expresado sus opiniones sobre la ejecución de la política pública en el Magdalena. Este emergente cúmulo de opiniones, en disonancia con el proyecto de Fuerza Ciudadana, solo demuestra que cada vez más crece el descontento ciudadano, porque luego de casi 12 años de gobierno Santa Marta aún no tiene acueducto, obras inconclusas como el estadio de fútbol, la mega biblioteca, faltantes en puestos de salud, Calle 30 fraccionada su remodelación; aún no se cuenta con colector pluvial, universidad distrital ilusoria, entre otras promesas y obras no entregadas de los que quieren un “Renacer del Magdalena”.

En particular pudiera enumerar el grupo de opinadores y críticos de las actuaciones del gobierno distrital en materia de seguridad, que ciertamente son opiniones a lugar, con conocimiento de causa y con el rigor y el criterio de objetividad que se requiere para darle solución al problema que más aqueja a los samarios hoy en día, incluso por encima de la inclemencia de no contar con agua en sus grifos, la inseguridad. Esto mismo se pudiera repetir en materia de servicios públicos, de movilidad, de gestión social, de reactivación económica, de salud, infraestructura, de la descentralización de los recursos y las administraciones locales, en fin, sobre cada aspecto seguro existen varias voces en disonancia con lo que sucede hoy en Santa Marta y el Magdalena en materia de administración pública.

En este entendido, el llamado de este breve escrito es a que el proyecto político revise los argumentos de este grupo de ciudadanos que constantemente exponen sus comentarios y/u opiniones sobre lo que está sucediendo en el Magdalena y Santa Marta; es un llamado para que el gobernador y su gabinete se atreva a conectarse con las autoridades municipales, con los lideres comunitarios, con quienes hacen y construyen el territorio y deje a un lado esa mezquindad de desconocerlos porque no son súbditos del proyecto naranja, logrando así capitalizar esta “fuerza” de la crítica ciudadana en motor de cambio propositivo en la ejecución de la política pública. 

Por último, es un llamado a la ciudadanía en general a seguir controvirtiendo lo que no veamos bien y respaldar lo que se hace por el bienestar de los magdalenenses, es un llamado a construir a múltiples voces.

*Miembro Dirección Temática del Magdalena

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