Ene 29, 2019 | Columnas de Opinión, David Luna
Por: David Luna
dluna@mit.edu
Colombia no es un juego, tampoco una película de héroes y villanos, y por creernos que estamos en una, nos estamos perdiendo oportunidades y tiempo por simplemente no querer reconocer los aciertos de los antecesores o contendores.
Pongamos un ejemplo: necesitamos construir un edificio de cinco pisos, pero cada cierto periodo de tiempo debemos cambiar al maestro de obra. Si cada vez que llega un maestro nuevo derrumba todas las bases y adelantos logrados ¿Cuándo creen que terminaríamos de levantar la edificación? Así es, nunca. De la misma manera pasa en el desarrollo de políticas públicas y programas de Estado, si no construimos sobre lo construido seguramente nunca lograremos cerrar la brecha.
Poner en práctica este simple principio puede mejorar la situación del territorio colombiano. Varios casos podemos destacar a lo largo de los distintos gobiernos. En Bogotá, por ejemplo, Antanas Mockus tomó la determinación de prohibir el porte de armas, Enrique Peñalosa le dio continuidad a esta medida, Luis Eduardo “Lucho” Garzón la fortaleció, Gustavo Petro la mantuvo y esto, entre otras cosas, es lo que ha permitido disminuir la tasa de homicidios en la capital del país.
Un sector que siempre ha predicado este principio es el de las TIC (Tecnologías de la Información y la comunicación), por eso ha sido siempre un referente importante a nivel mundial. La conectividad se convirtió en una política de Estado y no de Gobierno. Así fue como Colombia ocupó el primer puesto entre 58 países en el índice “Affordability Drivers Index” que mide el avance de los países hacia un Internet al alcance de toda la población.
En materia de fibra óptica, el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez logró conectar los primeros 200 municipios, el presidente Juan Manuel Santos continuó el trabajo y ocho años más tarde alcanzó a conectar la totalidad de los municipios de Colombia.
Aún falta que internet llegue a más hogares, y el actual presidente Iván Duque trabaja en dicha labor, pero no hay que dejar de reconocer que esto es hoy posible gracias a un esfuerzo que se ha hecho durante años por parte del Estado y, por supuesto, de parte de los colombianos que a través de sus tributos lo han hecho posible.
Estos son casos de éxito y debemos seguir apostándole a las buenas decisiones. La evolución no se logra desechando lo que sirve, sino potenciando lo que ya hay hecho para ser mejor. Los líderes y funcionarios del Estado deben ser responsables en sus determinaciones porque cada una de ellas impacta diariamente la vida de los ciudadanos.
Darle continuidad a una política y reconocer los aciertos de los demás no es muestra de debilidad sino todo lo contrario, una prueba de un líder que sirve a la gente y piensa en su bienestar y no se enfrasca en problemas motivado por su arrogancia y peleas con sus contendores.
A los líderes no les cuesta nada construir sobre lo construido, en cambio el no hacerlo nos cuesta a todos el desarrollo del país y la posibilidad de ser mejores. El no hacerlo nos cuesta el futuro.
Ahora que tengo su atención: hablando de villanos, ¡ah villanos los del ELN!
Ene 25, 2019 | Columnas de Opinión, David Luna
Por: David Luna
dluna@mit.edu
En las últimas semanas se han publicado varias encuestas sobre lo que opinan los colombianos relacionadas con la manera en que se están manejando los temas más importantes del país. El resultado se puede resumir contundentemente en dos palabras: absoluto pesimismo.
Llevo más de 20 años en el ejercicio público y uno de los principios sobre los que he aprendido a hacer mi trabajo es el de que si bien puedo hacer oposición, nunca se debe hacer por llevar la contraria. Son dos cosas muy distintas: la primera construye, la segunda destruye. Una de las razones por la que el Gobierno Nacional se está viendo en aprietos es porque cuando hacían parte de la oposición, se dedicaron a satanizar cada una de las acciones del entonces mandatario y crearon un imaginario en el que todo estaba mal. Hoy, el país está acostumbrado a esta actitud y cuando el Presidente ha asumido el nuevo cargo, se ha encontrado con que tomar decisiones desde el ejecutivo no es fácil, con que existen presiones, con que los cambios no se dan inmediatamente y con que no existe la fórmula mágica para que todos los ciudadanos estén satisfechos.
Como lo he dicho en muchas ocasiones, el elector de hoy en día es uno más informado, expuesto e influenciado por medios o redes sociales. El Presidente y la mayoría de alcaldes no lo están haciendo mal, hay muchas cosas y proyectos que rescato y valoro sobre sus gestiones, sin embargo, el ambiente que ellos mismos ayudaron a crear, no les favorece.
Cuando uno se declara en oposición a un gobierno tiene que asumir el rol con total responsabilidad. No es solo sentarse a decir que no se está de acuerdo con nada, que ninguna iniciativa funciona, que todos los programas son malos o que el país va rumbo al fracaso, a solo llevar la contraria; porque con esta posición no se construye nada, al contrario, solo se logra dividir, polarizar, levanta un ambiente de negativismo en los ciudadanos a los que pocas decisiones les van a parecer acertadas y por tanto, no las van respaldar. Hay que hacer lo correcto no lo popular.
La oposición es necesaria y sana, pero se tiene que saber hacer. No debe ser un trampolín para catapultar figuras políticas, hacer oposición significa ejercer control serio para intentar equilibrar la balanza. Esta es una determinación que un líder responsable debe tomar: decidir estar al servicio de la gente y no que la gente este a su servicio.
En este país quienes lideran deben aprender que la política no es el ejercicio de destruir al contendor, sino el instrumento para resolver problemas de los ciudadanos. Ningún extremo tiene la verdad absoluta y, en cambio, sus pugnas nos tienen enfrentados entre nosotros. Brindar educación de calidad por ejemplo, no es un mandato de la izquierda, ni la derecha, ni de centro, es un pilar básico al que cualquier gobierno debe apostarle.
Claro que hay que ser crítico, hacer oposición como se debe hacer, pero por sobre todas las cosas, dejar tanta lora, “blablablá” y discurso y ponerse la camiseta, trabajar, resolverle los problemas a los ciudadanos y mostrar resultados. Servir a la gente más no a una ideología.
Dic 28, 2018 | Columnas de Opinión, David Luna
Por: David Luna
dluna@mit.edu
Arrancó diciembre y con él todas las tradiciones colombianas para la fecha. Entre ellos los aguinaldos. En el país está bastante difícil el ambiente político. Por eso, yo quiero compartirles en esta navidad cinco de los principios en los que me he basado para el ejercicio del servicio público durante más de 20 años. Voy a proponerlos a modo de aguinaldos para que quienes están liderando procesos políticos los apliquen en estas fechas decembrinas. Ahora, si sienten que con ellos hacen un mejor país, se los pueden quedar el resto del año o mejor aún, la totalidad de sus carreras políticas. Aquí van:
El primero me lo enseñó Luis Carlos Galán, la política es el arte de servir a los demás y no la actividad para servirse a uno mismo. Quien ejerza el servicio público debe entender que el único poder que tiene en sus manos es el de impactar positiva o negativamente la vida de algún colombiano con cada decisión. Un líder político serio sirve a la gente más nunca pone a la gente a su servicio para cumplir sus objetivos.
El segundo, construir sobre lo construido. Ese se lo debo al Senador Mockus. Tenemos que ser capaces de reconocer los aciertos de los antecesores o contradictores políticos. Debemos recoger las buenas ideas, los buenos propósitos, las buenas prácticas, para poder evolucionar, porque si uno lo desconoce es como volver a empezar de cero. No hay algo que afecte más a un país que la falta de continuidad de las políticas del gobierno. Por ejemplo, sin Martha Pinto, María del Rosario Guerra ni Diego Molano MinTIC no sería la máquina que es hoy, y claro, con los aportes de la Ministra Constain avanzaremos aún más hacía una Colombia digital.
El tercero me lo enseñaron en mi casa y es que los recursos públicos son sagrados. Cuando le conté a mi abuelo que yo quería ser servidor público, él me dijo lo siguiente: “Puede que sus bolsillos no estén llenos de dinero, pero su vida siempre estará llena de una gran satisfacción”. Gran parte de la financiación del Estado se hace a partir del recaudo de los impuestos. Ese dinero es sagrado por una única razón, esos recursos significan el trabajo y los sacrificios de los colombianos. La gente se deja de dar gusto por pagar impuestos. Ese dinero se cuida y se respeta.
El cuarto, lo aprendí tan pronto me convertí en edil: el único jefe es el ciudadano. El político se debe única y exclusivamente a la gente. Los colombianos son quienes eligen a sus gobernantes. De ahí la obligación de rendir cuentas y de estar en permanente contacto con ellos para responderles. Finalmente, es el jefe quien evalúa la gestión y de él dependerá, como en cualquier trabajo, si lo renuevan a uno en su cargo o no.
Y finalmente, el quinto, hacer oposición más no llevar la contraria. Cuando uno hace oposición lo que busca es hacer control y equilibrar la balanza, nunca se hace como forma de catapultarse en como figura política. Este ejercicio no es solo sentarse a decir que nada sirve, que ninguna iniciativa funciona, que todos los programas son malos, a difundir mentiras y campañas falsas. Con esto no se construye nada, al contrario, solo destruye. Crea pesimismo en los colombianos y no lleva a un verdadero desarrollo. Llevar la contraria es el camino fácil, hacer oposición requiere de responsabilidad. Otro ejemplo, a Petro le reconozco su lucha por la protección animal y si tenemos que unir esfuerzos para esto, ¿por qué no hacerlo?
Estos son mis cinco principios. Con los que he podido aportar a mi país. Los comparto con ustedes para ver si al menos, a manera de aguinaldo, algunos líderes se toman en serio el ejercicio político y nos regalan en 2019 un ambiente propicio para construir un mejor país. Feliz Navidad y que sea un gran año nuevo.
May 30, 2017 | Columnas de Opinión, José Daniel Lopez
Por: José Daniel Lopez
El director del tanque de pensamiento “Bogotá Piensa, Bogotá Progresa”, José Daniel López, resalta que a pesar de los esfuerzos de la administración distrital por ampliar la planta de inspectores de policía en un 58% durante este año, a partir de la entrada en vigencia del nuevo Código Nacional de Policía, se necesitan esfuerzos mucho mayores para que la ciudad pueda adaptarse exitosamente al nuevo marco legal.
La entrada en vigencia del Nuevo Código de Policía trajo consigo gran expectativa frente a la aplicación de nuevas normas de convivencia ciudadana. Pero aún existen grandes retos en materia operativa, como es el caso del traslado de competencias de los alcaldes locales a los inspectores de policía para la función de control urbanístico y de actividades económicas.
Anteriormente, un alcalde local conocía de estos casos, generalmente asociados a la presencia de discotecas y bares en zonas residenciales, ruido excesivo y violación de normas de altura en construcciones, entre otros. Pero con el nuevo Código de Policía, esta competencia pasa a manos de los inspectores de policía, quienes a hoy no cuentan con las herramientas necesarias para asumir este reto, pese a los esfuerzos de preparación que está adelantando la administración distrital.
“Por fortuna, la Secretaría de Gobierno tiene la voluntad para afrontar este reto. Pasaremos de 63 inspectores que hay actualmente a 100 a final de año, más recursos económicos y dotación tecnológica para las inspecciones. Pero al mismo tiempo, debemos advertir que estos 100 inspectores seguirán insuficientes para el volumen de quejas que arroja la ciudad”, señaló López, quien lanza esta semana un documento académico con una alerta temprana sobre la materia.
Con corte al 30 de abril de este año, se han presentado 7.293 denuncias en materia urbanística y 1.757 casos en el campo de actividad económica. Si se proyecta esa tendencia a 12 meses y se considera la planta anunciada de 100 inspectores, se tendrá que cada funcionario tendrá a cargo un promedio de 362 procesos anuales. “En otras palabras, deberá evacuar 0,99 casos diarios, suponiendo que trabaje fines de semana y días festivos. Esto es imposible, considerando los tiempos que demanda cada proceso”, remató el director del tanque de pensamiento.
Finalmente, López instó a la administración distrital a fortalecer aún más la planta de inspectores de policía, robustecer la capacidad institucional, humana y tecnológica de las inspecciones de policía y trabajar de la mano con la sociedad civil organizada (juntas de acción comunal, asociaciones de vecinos, academia, gremios y asociaciones de padres de familia, entre otros), en la socialización de las nuevas reglas de juego derivadas del Código Nacional de Policía.
Oct 15, 2016 | Carlos Andrés Aguilera, Columnas de Opinión
Por: Carlos Andrés Aguilera
Bogotá, la ciudad sede de la 5º Cumbre Mundial de Lideres Locales y Regionales de la UCLG, sigue siendo referente y avanza en su posicionamiento internacional como resultado del reconocimiento que han recibido iniciativas adelantadas en áreas como movilidad y cultura ciudadana, ideas que han sido en diferentes momentos objeto de críticas, pero que hoy vista su implementación y sus resultados en beneficio de las personas y la ciudad, han pasado a replicarse en otras ciudades de Colombia y el mundo.
Ideas como desarrollar un sistema de transporte público con carriles exclusivos, ha permitido mejorar los tiempos de desplazamiento y generado destacados impactos en el desarrollo urbanístico. No obstante, los términos en los que fue planteado el sistema, así como su implementación no tuvo la continuidad que necesitaba para que su cobertura y capacidad fuera la que requiere la ciudad en la actualidad, esta afectación fue -como ha sucedido en otros casos- generada por los cambios de gobierno, pero el sistema de transporte de nuevo tiene la oportunidad de continuar su adecuada implementación con el regreso a la administración de la ciudad de quien en su momento echó a andar este proyecto. Invitados internacionales a la Cumbre de la UCLG y quienes vivimos en la ciudad, resaltamos la importancia de Transmilenio como servicio de transporte masivo y de menor costo comparado con otros sistemas en el escenario internacional, y confiamos en que la actual administración retome lo planteado para superar los rezagos generados en los últimos años.
Hoy también hay otras ideas, a las que la crítica no propositiva sólo se dedica a atacar, desconociendo la importancia de propuestas presentadas para atender temas de la ciudad, que son determinantes de la calidad de vida y la sostenibilidad. Entre estos temas se encuentran la recuperación del Río Bogotá y la definición de la forma en la que debe crecer la ciudad y las áreas colindantes de los municipios vecinos.
Devolverle la vida al río y su ronda es una responsabilidad de la ciudad, es el compromiso con el resarcimiento al daño causado a este importante ecosistema, compromiso que ha manifestado de forma reiterada el Distrito en espacios como la Cumbre mencionada, y que ofrece la oportunidad de disfrutar el paisaje que ha trazado el río en su recorrido y apropiarlo como un escenario para el desarrollo de nuevas actividades en sociedad.
Respecto el desarrollo urbanístico en áreas colindantes de la ciudad, teniendo en cuenta que un número importante de ciudadanos de municipios vecinos acuden cada día a Bogotá por diversas razones -entre esas estudio y trabajo-, abordar el tema desde el Distrito no se debe tomar como injerencia en asuntos propios de esos municipios, sino por el contrario, se debe tener en consideración el impacto en la movilidad tanto por la congestión del tráfico en los accesos a la ciudad, como por la demanda en el servicio de transporte público de Bogotá. Por tanto, asuntos como estos necesitan la coordinación de los respectivos entes territoriales y la definición desde el Gobierno Nacional de políticas públicas para que la expansión urbana sea planificada y en su definición se tengan en cuenta los impactos y responsabilidades compartidas en regiones donde su crecimiento ha dado lugar a la conurbación, lo cual requiere entre otros temas, acceso a un sistema integrado de transporte público.
Bogotá progresa, en medio del escepticismo de algunos que suelen no ser parte en su construcción sino corresponsables de su rezago, y en cambio sí con el apoyo decidido de un mayor número de ciudadanos que creemos en la ciudad y día a día celebramos sus avances, como los grandes proyectos que se encuentran en desarrollo, entre estos la primera línea del Metro. Por tanto, resulta acertada y amplia la referencia utilizada para la pasada Cumbre de la UCLG en los términos de ciudad cumbre, dado que acoge varios aspectos, sus características resultantes de su altura en la geografía nacional, su posicionamiento como escenario de importantes eventos y el reconocimiento a sus avances que la ha hecho merecedora de galardones en el escenario internacional.
Oct 5, 2016 | Carlos Andrés Aguilera, Columnas de Opinión
Por: Carlos Andrés Aguilera
Entre los colombianos que acudieron a las urnas el 2 de octubre, el 50,21% decidieron No apoyar el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, reflejando la necesidad de seguir trabajando por la unidad de nuestro país para así poder alcanzar la paz y por esta vía mejores niveles de desarrollo. El resultado fue la manifestación del ejercicio democrático y como tal se debe respetar, y así mismo tener en cuenta que los 6.431.376 ciudadanos correspondiente a la mayoría en la consulta realizada, así como los 6.377.482 que dijeron Si y los 257.189 que anularon su voto o lo depositaron sin marcar, representan el 37,43% de los colombianos con el derecho a decidir mediante su voto el destino del país.
Los resultados del plebiscito siguen mostrando a una sociedad que quiere grandes cambios para el país, como lo es alcanzar la paz, pero que requiere de parte de sus ciudadanos asumir la responsabilidad que tienen en la toma de decisiones, actuando de forma libre, informada y a conciencia, mediante los instrumentos de participación del pueblo que permiten a todas las personas hacerse parte en la definición del país que queremos comenzar a construir hoy para las futuras generaciones.
Los colombianos necesitamos unirnos y ponernos de acuerdo en lo que significa un país en paz, en la vía para conseguir este objetivo y sus retos. Alcanzar la paz, en el escenario del conflicto armado que involucra a los grupos ilegales y al gobierno en representación del pueblo, así como comprende el cese de acciones armadas, también comprende la desmovilización y reincorporación a la vida social y política del país de aquellos colombianos que bajo diversas circunstancias y también en diferentes grados de responsabilidad han sido actores del conflicto, de lo segundo se deberá ocupar la justicia transicional y la justicia ordinaria.
Respecto a las circunstancias en medio de las cuales colombianos terminaron en las filas de grupos armados ilegales, deseo referirme a una: niñas y niños reclutados, separados de sus familias y de la oportunidad de educación, cultura, deporte, y de formar también una familia. En este punto también quiero parafrasear parte de la conversación con un amigo: las mujeres y hombres de la guerrilla de hoy, fueron las niñas y niños por quienes años atrás nos faltó decidirnos a sacarlos de la guerra.
El otro escenario de un país en paz, es el de la relación entre sus ciudadanos, para que en medio de las diferencias seamos capaces de dialogar y comprender que cambiar las condiciones que han determinado la historia de Colombia no se encuentra en las manos de un gobierno, un partido político o la invocación de ideologías usadas con frecuencia para justificar posiciones dogmáticas. La Paz es para todos y debemos construirla todos, por eso los retos que afrontamos como país van más allá de argumentos en una u otra dirección; la realidad nos presenta necesidades a las que no podemos dar más espera; como mejorar las condiciones para quienes habitan en las zonas rurales, donde sin duda, sin la presión del conflicto se podrá mejorar la presencia y ampliar la oferta de servicios del Estado, y así mismo los campesinos podrán desarrollar mejor sus actividades productivas.
La participación ciudadana no se limita a la manifestación en las urnas, pero este es un derecho y un deber, una decisión que no conocimos del 62,57% de los colombianos habilitados para votar. Colombia se encuentra en la agenda de la comunidad internacional, desde diferentes escenarios se han recibido manifestaciones y compromisos de apoyo a este proceso para la finalización de la violencia y la construcción de la paz. Por eso, nuestro compromiso como ciudadanos es acompañar este momento importante para el país y la región, proceso que parte del respeto por las diferencias, la reconciliación entre ciudadanos y la decisión de anteponer el bienestar del país, los derechos y la reparación a las víctimas, por encima de cualquier posición ideológica, religiosa o de otra naturaleza. Es prioridad para el país dejar atrás la polarización, trabajar unidos para poner fin a todas las formas de conflicto y ser parte en las decisiones para avanzar por el camino hacia la construcción de una sociedad en paz.