La seguridad nos está matando

La seguridad nos está matando

Por: Freddy Osorio

Ni con la pandemia, ni con los falsos positivos aprendimos la lección. Hoy, igual que a principio de milenio, las políticas de seguridad en Colombia están premiando la muerte y no la solución a los problemas reales. Por ejemplo, con la extorsión.
Según cifras de la policía, entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2021 se han registrado 4.448 casos de extorsión. La extorsión por llamadas telefónicas, sigue siendo la más frecuente, representando el 43% de las extorsiones que se han hecho en el año 2021. La extorsión usando redes sociales el 25%

Fuente: Policía Nacional – grupo de información de criminalidad. Período enero 1 a 31 de agosto 2021

Piénsenlo: hasta el 31 de agosto del 2021, 4.448 colombianos fueron víctimas de extorsión. Sin embargo, las cifras sobre combatir el crimen organizado demuestran que el gobierno del Presidente Iván Duque está priorizando las muertes en operaciones.

Número de miembros del crímen organizado muertos a agosto 2021. Fuente: Ministerio de Defensa (página 39)

Además, hoy nos enfrentamos a un segundo escándalo, tras las denuncias sobre el posible bombardeo a un presunto campamento del ELN, sin distinción entre menores (víctimas) y combatientes (victimarios). Todo esto no sólo va en contravía de la constitución, que no permite la pena de muerte, sino que va contra la evidencia histórica de lecciones que debimos aprender. ¡Segundo bombardeo a campamentos sin distinción de menores en un mismo gobierno!
Qué fácil y barato es el discurso de “dar de baja” a los delincuentes, pero qué difícil es que el estado organice y estructure políticas para solucionar los problemas reales. Proteger la vida debería ser la prioridad. Y eso se hace imposible, si seguimos estructurando políticas sin aprender de los errores. Necesitamos una mejor política de seguridad, que se enfoque en desarticular el crimen organizado, y no en tratar de matar hasta que los problemas se vayan.

*Miembro Fundador

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En términos de poder, la Presidencia le quedó pequeña a Duque

Por: Freddy Osorio  

Las reacciones del mundo político a una reforma tributaria no se hicieron esperar y las críticas llovieron de los partidos independientes y de oposición. Los gremios mostraron su desacuerdo y formularon propuestas. Las organizaciones sociales y sindicales la rechazaron y ya sectores, que aprovechan el clima preelectoral, llaman al paro nacional. Y el partido de gobierno está tratando de quedarse quieto, para que nadie se acuerde de su presencia.

Pero más allá de las consideraciones políticas y las realidades económicas que la pandemia nos impuso, quiero llamar la atención sobre el impacto político que tiene el hecho que el gobierno le quedó chico, no grande, a Iván Duque. Y es que es la tercera vez que este gobierno le pide al congreso que se le otorguen poderes especiales para modificar el Estado vía decreto.
La primera vez fue en el 2019 con el Plan Nacional de Desarrollo. La justificación era que, este era un gobierno transformador y ambicioso que quería hacer pactos y tender puentes para ayudar a solucionar los problemas estructurales del país. Los años probaron que no era ni transformador ni ambicioso.

La segunda vez fue en el 2020, con el proyecto de código electoral. En un proyecto de ley de un tema procedimental y administrativo como las reglas y condiciones para la participación política, trataron de darle poder al presidente. El gobierno trató de justificar eso con la debilidad de nuestros partidos. Los partidos sí son débiles, pero las instituciones resistieron este nuevo intento de manoseo a nuestra democracia.

La tercera vez fue en en el 2021, en la tercera reforma tributaria de esta presidencia. La justificación del gobierno es que la inequidad producto de la pandemia necesita medidas extraordinarias. Ojalá que en esta ocasión, el Congreso esté a la altura de impedir este nuevo abrazo incómodo que intenta el ejecutivo.

Los tres casos deberían enseñarse en las Universidades sobre cómo, de una premisa verdadera, no se sigue una conclusión. Mejor dicho, si yo afirmo que el país es inequitativo, que los partidos son débiles y que el COVID nos deja a su paso realidades sociales y económicas durísimas, no implica que debamos entregar todo el poder. Iván Duque y el equipo de gobierno mostraron su verdadero talante.

Finalmente se le acabarán las excusas y en algún momento debemos reflexionar sobre el tipo de político y gobernante que queremos. ¿Querremos un líder de amplia sonrisa, dicharachero y simpaticón que tenga muchas ganas de tener poder, así no sepa qué hacer con él? También sobre el tipo de gobernante que merecemos: un gobernante que le eche la culpa a factores externos de sus fracasos, que busque los aplausos y constantemente manilargo con las instituciones democráticas. Siempre tratando de meter la mano para sacar ventaja.

Al final, el poder que da la presidencia de un país muy centralista y con contrapesos débiles, le queda pequeño a este gobierno obsesionado con su imagen. En especial para un presidente que parece que aún no sabe qué va a hacer con los recursos y el poder que tiene. Ojalá que no sea más guerra, pues el país se cansó de eso.

 

*Miembro Fundador

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La reforma tributaria y la negociación de Duque

Por: Freddy Osorio

Duque negocia con los colombianos, como Fox News negocia con quienes no tienen armas en Estados Unidos. La estrategia consiste en que nosotros, individualmente, cambiemos qué consideramos aceptable y qué no. La estrategia consiste en proponer la idea más radical, y luego nosotros decidimos qué es aceptable y qué no.

La “ventana de Overton” es un término fue acuñado por Joseph Lehman (en honor a Joseph P. Overton). Es una forma de definir cuál es la ventana de lo que se considera el alcance aceptable de la intervención del gobierno en los asuntos públicos para una sociedad en un espacio de tiempo y contexto específico. En ese sentido, los activistas de armas y lobbistas de armas del NRA en FOX News proponen ideas radicales (permitir todo tipo de armas de asalto sin restricción de edad), para que luego el público negocie, individualmente, cuál es el punto medio aceptable (disminuir las restricciones y requisitos para comprar armas de asalto).

¿Qué tiene que ver esto con la reforma tributaria? Fácil: Duque nos trata como Fox News trata a quienes no tienen opiniones fuertes sobre las armas: nos pone a negociar individualmente qué estamos dispuestos a sacrificar. Es una estrategia barata y transparente. Por eso mismo, este es el momento en que los partidos políticos, como colectividades, están llamados a establecer una línea roja entre qué es aceptable y qué no lo es.

Todos los partidos políticos tienen razones para oponerse al anuncio de que se harán anuncios sobre el texto futuro de una reforma tributaria. Por ejemplo, tras los anuncios del Ministro de Hacienda que no hay caja y si no se aprueba una reforma tributaria, no podrán girar recursos a “jóvenes en acción”. Los colombianos y los partidos deberían ponerse de acuerdo que, condicionar los auxilios económicos a los jóvenes, -los más golpeados por la pandemia, pues pasaron de un 16,0% de desempleo antes de la pandemia a un 21,6%)- no deberían ser condicionados a aprobar una reforma tributaria. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

Otro punto en que todos los sectores políticos y sociales deberían poner una raya son las pensiones. Hay que darle fin al argumento de sacar dinero de las pensiones, en un país donde solo el 37% de los colombianos alcanza a pensionarse. Hay que decirle al gobierno que las pensiones, y los pensionados, no son una fuente de ingreso. Condicionar las pensiones a la aprobación de una tributaria es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno dijo que, si no se aprueba la tributaria, no habrá educación universal. Los partidos de izquierda, que han abanderado la lucha por la educación gratuita, deberían poner una raya y pedirle al gobierno que la educación es un derecho, y no una ficha para negociar. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno anunció que en la tributaria deberá modificar algunos de los beneficios que se habían dado en las tributarias anteriores. Los partidos de centro derecha, que han abanderado los subsidios a las empresas, deberían poner una raya y pedirle al gobierno que los subsidios otorgados no se pueden cambiar año a año. Eso da inseguridad jurídica y fiscal. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

Es el momento de una acción plenamente colectiva. Todos los colombianos, y todos los partidos políticos, debemos rechazar esta estrategia de negociación, donde cada año el gobierno le pregunta a los colombianos y al congreso “¿hasta dónde están dispuestos a ir? ¿Hasta dónde puedo meterle IVA a la canasta familiar o debilitar el poder adquisitivo de las personas?”. Nos obligan a negociar, mientras el gobierno Duque sigue invirtiendo grandes cantidades de recursos en publicidad (20 mil millones de pesos el año pasado, según la FLIP) Obligarnos a negociar en nuestras cabezas qué estamos dispuestos a sacrificar para una temporada más de “Prevención y Acción” es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno no ha presentado un balance sobre las últimas reformas tributarias. ¿Sirvieron? ¿Y las ineficiencias del sistema tributario que pide la comisión de expertos? Hoy, vuelven a anunciar que esta semana no radican el texto y nosotros seguimos negociando qué sacrificar. Todo son anuncios que se harán anuncios. Seguimos en un gobierno sin rumbo, que cada día acumula más poder, pero que aún no ha contestado la pregunta “¿el poder para qué?”.

*Miembro Fundador

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EUU: Menos reality más política

Por: Freddy Osorio

Como observador externo de la política norteamericana, considero que prefiero la política aburrida que la política como espectáculo. En términos de entretenimiento, la presidencia de Trump fue coherente: quería que todos lo viéramos. Y el resto del mundo vimos, con la boca abierta y cara de desconcierto cada vuelta y giro de una situación propia de la televisión y no de la realidad. O de un reality show

La presidencia de Trump empezó con su posesión, como si fuera una actividad que debía ser cubierta por las páginas sociales, no como un trámite administrativo y solemne. Luego siguió con la mentira intrascendente del número de personas que asistieron. Como resultado de este debate, la oficina de prensa dio esa batalla contrafactual, donde terminó acuñando el término “hechos alternativos” (alternative facts). 

Y es precisamente allí donde Trump trató de llevar a la política: a una política regida por la opinión divergente y el entretenimiento. Los hechos y la realidad fueron lanzados por la ventana y remplazados por la opinión. Una opinión fuerte y gritada a cuatro vientos que no resistía que se revisara con lupa.  

Trump mostró la fragilidad de los valores políticos en los regímenes presidenciales. Eso de lo que nos acusaban a los países latinoamericanos: de tener líderes fuertes que pasaban por encima de las reglas y las normas. Hoy, es claro que no es un fenómeno de nuestras repúblicas tropicales. Espero que la academia empiece a hacer estudios y recomendaciones, con relación a todos los regímenes presidenciales, acerca de cómo podemos prevenir que un presidente pueda pasar por encima de la realidad y los hechos.

En Colombia debemos evitar caer en que el ejercicio de la política se vuelva un reality. El presidente Duque debería reflexionar acerca de lo que quiere hacer con su programa Prevención y Acción. Ya pasamos el límite entre comunicar difíciles decisiones en una emergencia y un programa de vanidad o entretenimiento. Hoy, ese programa tiene la misma credibilidad que el número de personas que asistió a la inauguración de Trump. 

Dicho esto, la discusión sobre qué artista debe cantar en la inauguración, como si una posesión presidencial fuera similar al espectáculo del Súper Bowl, no debería hacer parte de la política. El Presidente no es una estrella de rock ni un superhéroe. La política aburrida, la del diseño institucional, de programas y de indicadores para resolver nuestros problemas de inequidad y atraso está muy alejada de ser entretenida. Y eso está bien. 

Espero que la nueva era de política internacional se aleje del espectáculo, de la pirotecnia, de los desfiles y aviones volando, y se aproxime más a la solución de problemas reales, basados en la evidencia. De la política aburrida, pero necesaria.

*Miembro Fundador

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En términos de homicidios, los árboles no permiten ver el bosque

Por: Freddy Osorio

En términos de homicidios, los árboles no nos dejan ver el bosque

 

La discusión en la que nos quieren meter el presidente y el Ministro de Defensa acerca de las masacres es inane. El primero insulta la inteligencia de los colombianos al comparar lo incomparable, mientras que el segundo usa una estrategia de tratar de navegar un campo minado semántico. En ambos casos no estamos enfocándonos en el problema: en el país nos estamos matando.

Fuente: Ministerio de Defensa, 2020

 

 

Más allá de los bandos, las diferencias, los egos de políticos que quieren mostrar que el país está mejorando, en Colombia han muerto al menos 1.021 personas en eventos donde han muerto 4 o más personas en los últimos 10 años, según el Ministerio de Defensa. El año pasado Medicina Legal reportó 11.630 homicidios. Según cifras de la policía, entre enero y julio del 2020, 6.395 personas fueron víctimas de homicidio. Nada de esto es banal.

El problema no era la cantidad de muertos que ponía el conflicto, sino más bien los muertos que ponemos los colombianos y ocultábamos con la excusa del conflicto.

El engaño estadístico y los debates ocultan que no hemos podido avanzar en la solución a los problemas estructurales relacionados con la lentitud del estado en prevenir las masacres anunciadas. En 28 años aún no hemos aprendido a actuar como estado frente a las advertencias hechas por la Defensoría.

Los observadores externos nos siguen pidiendo actuar ante patrones similares de violencia. Y mientras estamos en discusiones mediáticas, nos seguimos matando. Usar detalles para justificar los homicidios no nos permite ver que nos seguimos matando: los árboles no nos dejan ver el bosque.

*Miembro Fundador

 

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“Las ideologías se convierten en camisas de fuerza a la hora de tomar decisiones”

“Las ideologías se convierten en camisas de fuerza a la hora de tomar decisiones”

En un país acostumbrado a la división es necesario que los extremos dialoguen entre sí, y se tomen decisiones basadas en la evidencia y no en las emociones. En esta entrevista Freddy Osorio, miembro fundador de Alcentro desarrolla y explica esta premisa.

 

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