‘La década de acción’

Por: Carlos Andrés Aguilera *
@Aguilera_Ariza

Inicia una década de acción para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y las 169 metas de la Agenda 2030. El plan de acción global aprobado en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, requiere para su implementación, decisiones efectivas de los gobiernos, y la apropiación por parte de la ciudadanía, movilizándonos como sociedad en torno a las personas, el planeta, la prosperidad, la paz, y las alianzas.

Las brechas de desarrollo entre países, así como al interior de sus territorios, continúan acentuando diferencias en la calidad de vida de las personas, su acceso a servicios del Estado y oportunidades de progreso. De acuerdo con el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas, 2019), en el mundo la pobreza extrema en zonas urbanas es de 5,3%, y en zonas rurales es del 17,2%. En Colombia, según cifras del DANE, para el 2018 el porcentaje de personas clasificadas como pobres extremas correspondió al 7,2%; siendo también mayor en los centros poblados y rural disperso (15,4%), que en las cabeceras (4,9%).

También debemos insistir en la necesidad de actuar frente al deterioro de las condiciones para la vida en el planeta. Análisis independientes de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica – NOAA, indicaron que las temperaturas de la superficie global de la tierra en 2019 estuvieron 0.98° C (1.8° F) por encima del promedio de 1951-80, las segundas más cálidas desde que se comenzó el mantenimiento de registros en 1880.

Las actividades humanas continúan afectando el ambiente y generan un efecto bumerán en perjuicio de la prosperidad. Esta es la realidad y sus detractores no la pueden desconocer, cada vez se cuenta con mayor evidencia. Por ejemplo, los indicadores establecidos por NOAA para analizar los efectos del clima en la sociedad y la economía de Estados Unidos, teniendo en cuenta factores climáticos como la temperatura, la lluvia, las nevadas, la nubosidad y los vientos, permiten identificar efectos en los campos de cultivo, el consumo de energía en los hogares, así como en el impacto económico.

De otra parte, como sociedad hemos sido testigos y víctimas de conflictos internos y entre naciones que sólo han dejado destrucción. La construcción de sociedades en paz, con instituciones sólidas y justicia social son la base para el desarrollo. En esta esfera Colombia ha avanzado en medio de posiciones e intereses contrapuestos; por eso, es preciso insistir en la necesidad como país de no retroceder, consolidar los esfuerzos y hacer frente a las nuevas amenazas.

Finalmente, las alianzas no se deben asociar exclusivamente con movilizar recursos económicos a través de la cooperación internacional. Las manifestaciones que invitan a la unión en asuntos esenciales y de interés universal como los derechos humanos y las reivindicaciones sociales, se deben acompañar de otras acciones, reconociéndonos sujetos de derechos, pero también de deberes. Es pasar del asombro e indignación ante la dimensión de los problemas, a asumir compromisos en comunidad -en el barrio, colegio, universidad, o lugar de trabajo-, para liderar acciones en temas como solidaridad, equidad, consumo y producción responsable, disposición de desechos, y la promoción de diálogos ciudadanos para informarse, reflexionar y así contar con más y mejores herramientas para participar en la construcción colectiva de sociedad. Las alianzas son un mecanismo para generar soluciones e inspirar a otros a actuar, son fundamentales para alcanzar el desarrollo en sus dimensiones económica, social y ambiental.

* Director de Seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Al Centro

Avianca: No te vayas

Sergio Alfonso Londoño Zurek*
@sergiolonzu

La conectividad aérea es uno de los principales factores que habilitan tanto el turismo como los negocios. Estar a un vuelo de distancia de los centros de poder mundial le permiten a las ciudades articularse a las oportunidades que le brindan dichas urbes. Por algo, el negocio de las rutas es altamente codiciado y es motivo de conversación hasta en las reuniones entre Presidentes, Primeros Ministros y Reyes. Puedo decir que he sido testigo de primera mano de lo importante que es para un país negociar una nueva ruta o conectarse con un país.

Lastimosamente en Colombia aún seguimos pensando en chiquito, en que la torta solo se reparte entre lo que hay y nunca entre lo mucho que puede haber. Nos llenamos la boca hablando de nuestro país como el nuevo destino, pero la mezquindad por democratizar las rutas aéreas es absoluta. Es bien sabido que El Dorado se quedó pequeño, aún con los mayúsculos esfuerzos económicos de los dos Presidentes pasados. Por ende, se rumora una fuerte disyuntiva central por la consecución de los rubros necesarios para su expansión. Probablemente hay una preocupación en la Aeronáutica Civil, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el concesionario OPAIN por este motivo y qué bueno que se preocupen. Sin embargo, el crecimiento en Colombia no puede seguir siendo a costa del otro.

Debemos ser responsables con las demandas del mercado y no terminar por matar el naciente boom turístico que hemos cosechado en los últimos años. Por ello, fue sorpresa cuando se hizo pública la noticia de que Avianca cancelaba su ruta Cartagena – Miami. Una ruta que tiene una rentabilidad promedio superior al 80% y que ha sido motor del turismo regional. Mientras tanto, aerolíneas del mundo entero piden ingresar a Cartagena porque ningún vuelo despega del Rafael Núñez con menos del 70% de ocupación.

Todavía está fresca en la memoria la batalla campal librada por bajar la tasa aeroportuaria de Cartagena – en su momento la más alta del país sin justificación alguna – y que logramos rebajar en un esfuerzo conjunto de ciudad. Ese hecho nos debe dar luces para nuevamente enfrentar una emboscada centralista. Porque no puede ser que utilicen la ciudad para promover Colombia, pero cuando toca defender sus intereses siempre sea Bogotá la estrella y Cartagena que se acomode.

Creo que es momento de iniciar un fuerte lobby desde la Alcaldía, la Corporación de Turismo, SACSA, Investin Cartagena, Consejo Gremial, la Gobernación de Bolívar, ICULTUR y la bancada del Congreso ante Avianca. Debemos manifestarle al Presidente de Avianca la importancia de seguir contando con su aerolínea y la disposición de ofrecerle más en nuestra ciudad. El Concejo Distrital podría por fin aprobar incentivos tributarios y un mejor presupuesto para que la Corporación de Turismo, con su Presidente actual, invierta más en la conectividad internacional del destino con otras aerolíneas.

Lo anterior, entonces, parecería indicar un fuerte lobby de las autoridades nacionales ante Avianca para que esta aerolínea centralice sus operaciones en El Dorado y se financie así el plan de expansión. Ojalá y no sea este el caso porque promover el crecimiento sacrificando a Cartagena sería un gesto centralista y canalla. Matar la conectividad de Cartagena por privilegiar El Dorado puede terminar matando los números del nuevo aeropuerto de nuestra ciudad, y no creo que OPAIN se ponga feliz con esa posibilidad al ser parte interesada.

Que este no sea un momento de señalamientos propios de un balde de cangrejos, más bien unámonos por este tipo de iniciativas que mucho beneficio le traen a la ciudad. Que sea este el primer hecho de unidad de los nuevos gobiernos territoriales porque el turismo sí es un norte que vale la pena.

*Director Temático del Departamento de Bolívar.

"Mad Men"

Por: Carlos Andrés Ramírez*

Parecen distantes los días donde el universo de personalidades y referentes se reducía a lo que la televisión, la prensa y la radio mostraban. Esos tiempos, mejores para unos peores para otros, ofrecían una estabilidad de la cual casi no queda rastro.

En el mundo moderno, muchos han puesto su privacidad al servicio de los likes y las interacciones, produciendo contenido suficientemente llamativo, no necesariamente de calidad. Quienes hoy en día son personajes anónimos caminando en una acera a medio día pueden ser el día de mañana nuestros referentes, así como pueden pasar en cuestión de minutos del anonimato al desprestigio. Desde futbolistas hablando de economía hasta curas católicos hablando de sexualidad.

De entrada puede parecer un escenario perturbador, pero en realidad lo que la tecnología permitió con esto es mostrar cómo es el ser humano en lo más profundo de su ser. Un animal en búsqueda de la eternidad, la divinidad y la trascendencia. La única especie conocida capaz de moldear el mundo y crear toda clase de fantasías, si su público lo permite.

No tenemos idea de lo que queremos, hasta cuando alguien más no lo muestra. Esto aplica en todas las dimensiones de la naturaleza humana y el marketing lo sabe muy bien. En un periodo muy corto, esta rama ha alcanzado niveles de sofisticación muy altos, procurando hacerse de toda clase de herramientas para entender mejor el inconsciente colectivo y ofrecer a la gente, básicamente, lo que quiere.

Quienes sean ajenos a esta les sorprenderá como en un poco más de 50 años los profesionales del marketing evolucionaron de las encuestas y los Focus Group, al Neuromarketing y finalmente a la inteligencia artificial para entendernos mejor que nosotros mismos. Con esto último, se han ahorrado incluso la molestia de preguntarnos para pasar directamente a entregarnos un producto terminado.

La máxima sofisticación son los productos humanos precisamente, por medio de los cuales se mueven otros productos y servicios, algunos más inútiles que otros, cuya vida útil muchas veces tiene los días contados como bien sucede con cientos de aspirantes a influencers, víctimas ante la imposibilidad de mantener a tope, por suficiente tiempo, los niveles de dopamina de su audiencia y de los algoritmos, si su naturaleza también fuese biológica, desde luego.

Son precisamente estos últimos quienes de a pocos están dictando el rumbo de la civilización, detectan tendencias, mueven masas y deciden que está o no de moda. A medida que los programadores los sofistican, parecen ir por su cuenta y necesitar cada vez menos de sus creadores. Llegado el momento, vale la pena preguntarnos si la especie humana no luchará ya contra la opresión, sino contra la intrascendencia. Incluso en el campo creativo podemos llegar a ser sustituidos por una máquina que, como bien indica Yuval Noah Harari en su libro 21 lecciones para el siglo XXI, musicalmente no necesitará superar a Tchaikovski. Bastará con que lo haga mejor que Britney Spears.

No necesariamente esto será malo. Puede que libere a miles de tareas inútiles para dedicar más tiempo a contemplar el cielo o mirar a los ojos de una mujer bonita. Puede que también, como ha sucedido con WhatsApp y el correo electrónico, nos condene a una vida de eterna conexión laboral, donde nos veamos obligados a contestar un correo urgente de un cliente mientras cuelga nuestra humanidad de un precipicio, tratando de llegar a la cima del Monte Everest. Sea cual sea el escenario, la historia nos dice que la humanidad no se detiene, solo que ese destino es radicalmente diferente siempre y cuando no olvidemos que, como bien dijo Don Draper en Mad Men: “las personas deseamos que nos digan lo que tenemos que hacer, por lo que escucharemos a cualquiera”, incluso, si ese cualquiera solo sea una supercomputadora de pequeños bombillos vibrantes, desprovista de consciencia, escondida en algún lugar de California.

*Miembro de número de la Dirección de Emprendimiento.

Carlos es Administrador de Empresas de la Universidad de la Sabana y Máster en Neuromarketing de la Universidad Internacional de la Rioja. Su experiencia y área de conocimiento abarcan mercadeo, innovación y desarrollo de nuevas tecnologías. También se ha desempeñado como blogger, youtuber y docente. Miembro activo de CEPI.

Un nuevo año, nuevas oportunidades

Por: Sebastián Zapata*

@sebastianzc

Como es de amplio conocimiento esté 2020 contó con la particularidad de comenzar con la posesión y entrada en tareas de más de mil alcaldes municipales y distritales, un extenso número de concejales, centenas de diputados y de más de treinta gobernadores. Los cuales fueron electos en franca lid- en su mayoría- en octubre pasado. 

Este nuevo cuatrienio de mandatos territoriales, sin lugar a duda, comienza con varias peculiaridades, caso la sensación positiva de contar con muchos nuevos liderazgos y la reducción de algunas estructuras políticas cuestionables. 

Pero a su vez, también inician estos mandatos con la incertidumbre de que algunos liderazgos emergentes y/o alternativos, especialmente algunos de ciudades capitales, tengan la posibilidad de caer en mandatos populistas y de pocos resultados. Durante la contienda electoral y los meses póstumos a la misma, algunos candidatos electos se han destacado por ser poco coherentes y concretos. 

Claramente también hay una incertidumbre que cobija el devenir de algunos departamentos, gracias a que varios gobernadores elegidos recibieron apoyos de grupos políticos ampliamente ilegítimos y cuestionados.

Sin embargo, este par de preocupaciones contrastan con las grandes oportunidades con que pueden contar los nuevos mandatarios en los años venideros. Es necesario, por ejemplo, que en casos puntuales como Atlántico y Barranquilla se continúe con las amplias transformaciones territoriales que tantos frutos positivos han traído; en una ciudad como Montería se siga por la senda de una capital organizada; que en Medellín no se detenga la consolidación de una urbe inteligente con grandes nichos turísticos y un sistema de transporte integral de talla mundial; que en departamentos como Cundinamarca y Valle del Cauca no se pare de apostarle al desarrollo territorial; entre algunos casos que vale la pena mencionar. 

Ahora, es de precisar que el rol de los ciudadanos, los medios informativos y los entes de control deberá ser más activo que nunca, porque, por ejemplo, en una ciudad como Bogotá está en juego la correcta y eficiente ejecución de varios billones de pesos que deben ejecutarse para desarrollar varias mega obras que demanda con urgencia la capital; Cali tiene una gran deuda con la seguridad de sus ciudadanos; Cartagena necesita de una vez por todas contar con una estabilidad administrativa; departamentos como Chocó, La Guajira y Córdoba necesitan prevenir de manera real la corrupción y malas prácticas en la gerencia pública; solo por mencionar algunos desafíos. 

Se debe aclarar que para salir triunfantes en estos retos territoriales se depende en gran medida de los éxitos del gobierno de Iván Duque -la correlación de lo local con lo nacional es innegable-. Por lo que se hace necesario que por fin se consoliden desde el Palacio de Nariño los cuatro elementos que todo poder ejecutivo debe desplegar: un gabinete adecuado- para eso es clave un verdadero remezón ministerial-; una agenda clara de gobierno; una real gobernabilidad- que se va a  materializar en gran parte por unas buenas relaciones con el legislativo-; y, una eficiente respuesta a las demandas ciudadanas. 

En últimas, este año para las personas que rigen las dinámicas de lo público en el país, trae consigo un sin número de desafíos, oportunidades y retos. Por ello es fundamental que todos estos funcionarios y servidores estén a la altura de sus cargos y respondan de manera adecuada a las necesidades y problemáticas de la Colombia contemporánea, solo así se podrán evitar que continúen los brotes de convulsión social que afectaron a la nación en días pasados, que si bien eras justificados por el inconformismo ciudadano, también fueron víctima de la apropiación inadecuada de políticos y ciertos grupos de presión que pretendían imponer una determinada agenda política.

*Miembro de número de la Dirección de Gestión de Territorios.

Blockchain: Pasaporte a la nueva revolución tecnológica

Por: Juan Falkonerth*

Ante los innumerables avances de la ciencia y la tecnología, la palabra “confianza” va cobrando un valor de incalculables proporciones, a tal punto, que podríamos considerarla como el eje de la transformación digital y social. Esto se explica tan solo con observar el creciente número de usuarios de plataformas digitales, los cuales demandan cada vez por procesos más eficientes y, sobre todo, transparentes. Esto precisamente es lo que brinda la tecnología blockchain

Esto es posible a través de la blockchain, ya que la base de datos que esta a cargo de varios usuarios, esta contenida en bloques de transacciones descentralizadas y enlazadas entre sí, registrando cada acción que se realice y auditándose por el mismo sistema a través de complejos algoritmos, como bien lo señala Álex Preukschat, en su libro “Blockchain: la revolución industrial de Internet”. 

La revolución de esta tecnología consiste entonces, en que varios operadores o usuarios de la base de datos que se auditan entre sí no requieran de un intermediario confiable para dicha labor. Este factor innovador elimina los reprocesos, hace más eficiente el sistema y sobre todo reduce los costos, según lo expresa Emiliano B. Ocariz, en su libro “Blockchain y Smart Contracts, la revolución de la confianza”. Saifedean Ammous, por su parte, revisa varias startups y nos propone tres usos generalizados de esta tecnología: pagos digitales, contratos y bases de datos y gestión de registros, desarrollados en su libro “El patrón bitcoin, la alternativa descentralizada a los bancos centrales”

Lo más fascinante de esto, es quizá, la descripción que hace William Mougayar, en su libro “La tecnología Blockchain en los negocios, perspectivas, práctica y aplicación en Internet”, en la cual, hace el símil de cuando un usuario “googlea” para acceder a la información de interés en la Internet y como en un ejercicio idéntico podría consultarse y verificarse un sin fin de datos como identidades, títulos académicos, registros y demás; ilustrando la magnitud de la transformación que representa la blockchain.

El docente de la Escuela de Economía de la Universidad Sergio Arboleda, Carlos Meneses, hace también un interesante planteamiento sobre la blockchain, afirmando que es una puesta en marcha de la teoría de equilibrio del reconocido profesor Nash, al señalar que “buenos” y “malos” no tienen incentivos para alterar la información y quedar por fuera del sistema ya que todos quieren beneficiarse de él y le apuestan por mantenerse. Esta se convierte entonces, en otra garantía del sistema compuesto por nodos. 

Lo cierto de todo esto es, que la tecnología blockchain no se agota en sí misma y es mucho más que criptomonedas, como usualmente se le conoce o relaciona. Es una industria en crecimiento exponencial y aunque en Colombia su avance es aún incipiente, en América Latina los indicadores son alentadores. Según datos ofrecidos por la Cámara de Comercio de Bogotá, los países de la región que están a la vanguardia son México y Argentina. Para el caso nuestro se espera que el negocio pase de US$4,8 millones registrados en 2018 a US$92,7 millones en 2024. Del mismo informe se desprende que ya se ha puesto en práctica esta tecnología en procesos tales como votaciones electrónicas estudiantiles, registro de propiedad de tierras y registros académicos. 

Otro uso de avanzado de esta tecnogía lo encontramos en el país de la samba. En los estados de Bahía y Río Grande del Norte en Brasil, los agricultores quienes hasta hace poco no conocían los dispositivos electrónicos, pusieron en marcha la blockchain para agilizar los procesos de producción, distribución y de negocios, con tal éxito que ahora quieren implementarla para todo. Una muestra de la transformación digital en el campo.

La isla de Malta en Europa, aunque pequeña en extensión es grande en visión y por ese quiere ser la primera isla blockchain del mundo, por esta razón, adoptó un marco legislativo de avanzada que ya permite operar el bitcoin junto con un novedoso sistema transaccional, así mismo, extenderá proximámente estos procesos tecnológicos al sistema educativo, de transporte y hasta el político, para lo cual ya tiene en marcha varios planes pilotos. Ejemplos que resultan inspiradores.

Por eso, cuando se afirma que la puesta en escena de la blockchain puede desatar una revolución tecnológica de magnitudes similares a la registrada con la llegada del Internet, que cambió el mundo, no resulta traída de los cabellos y por el contrario invita a reflexionar sobre el fenómeno que ya esta cambiando el mundo a través de la “confianza” de los datos que navegan en la red y que puede resolver un sin fin de problemas de la humanidad. 

Aplicando esta tecnología a varios procesos gubernamentales se tendría un Estado más eficiente y transparente, contaríamos con un sector privado más competitivo y sobre todo, con una sociedad que pueda confiar más en la información de la red que se administra en estos eslabones. 

Mi invitación entonces, es para abrirle la puerta a la tecnonogía blockchain y ser un país de avanzada.

*Director de Emprendimiento del Tanque de Pensamiento Al Centro.

Fin de siècle y su hastío a la veneración del dinero

Por: Ernesto Forero
@ErnestoForero

Arranca el año 2020 y con él arranca oficialmente la segunda década del siglo XXI[1]. Los fines y principios de siglo han sido tradicionalmente épocas de transición que han marcado un fin y un principio de grandes ciclos en la sociedad global que involucran aspectos éticos, económicos, morales, sociales, intelectuales, y/o científicos.

El presente inicio de siglo no es la excepción. No obstante, sacar conclusiones sobre el siglo en curso nunca ha sido tarea fácil para quienes se encuentran inmersos en la realidad del siglo mismo, pues tal ejercicio exige una necesaria perspectiva temporal. La escasa lejanía que ofrece la segunda década del siglo XXI permite entrever solo algunas características de la nueva escala de valores que se encuentra en formación, en un proceso de construcción y deconstrucción constante como el lienzo de Penélope.

El dinero fue sin duda el principal protagonista del siglo XX. El individualismo, tan defendido por la generación de las décadas de la posguerra (cuyas exigencias eran: haz lo que quieras, prohibido prohibir, lo privado es político, la imaginación al poder) sirvió como plataforma moral para la consolidación de la idea de realización personal a través de la búsqueda y acumulación desmedida de riqueza[2], y todo, bajo la égida del capitalismo como modelo económico.

Como reacción a lo anterior (no podemos olvidar nunca el ciclo pendular de la historia), en estas dos primeras décadas del siglo XXI se ha ido consolidando de manera más o menos clara un hastío social hacia esa veneración al dinero[3], el cual ha empezado a estremecer los cimientos de la estructura ética y moral que dejó el siglo anterior, generado un reacomodamiento en la escala de valores de la sociedad actual.

Por ejemplo, se ha empezado a cuestionar el modelo tradicional de Milton Friedman según el cual, el rol de las sociedades comerciales se limitaba a maximizar las ganancias de sus accionistas[4]. En oposición a esta premisa, hoy vemos una tendencia hacia un modelo de gestión de los negocios en virtud del cual los grandes grupos empresariales mundiales son controlados por organizaciones sin ánimo de lucro conocidas como fundaciones industriales[5], las cuales destinan gran parte de sus utilidades a la financiación de proyectos filantrópicos. El documental de Netflix “Bill Gates, bajo la lupa”, por ejemplo, muestra cómo el fundador de Microsoft y otros billonarios han resuelto abandonar sus vidas como empresarios para dedicarse a proyectos que impacten radicalmente la vida de la población menos favorecida[6], en una forma de “democratización” de la riqueza desde lo privado.

Colombia no es del todo ajeno a esta nueva tendencia, pues incluso desde la institucionalidad se ha implantado la necesidad de que la propiedad privada tenga una función social. La reciente creación de la categoría de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC[7]) ha hecho explícito el interés institucional de hacer que los beneficios derivados de la explotación económica de las sociedades comerciales e industriales trasciendan la órbita exclusiva de sus accionistas, e irradie a la comunidad, el medio ambiente y a sus respectivos empleados y sus familias.

Otra muestra del reacomodamiento de valores de la sociedad actual es la creciente preocupación por la protección del medio ambiente. Mientras el siglo anterior consideraba el deterioro del medio ambiente como una mera externalidad, hoy es considerado como una conducta grave y antiética, digna de repudio. El premio nobel en economía William Nordhaus[8] explica en su libro que la reversión de la tendencia incremental de la temperatura de la tierra, o incluso su simple estancamiento, es posible si, y solo si, se cuenta con el concurso de la mayoría de países y de las personas. Por lo anterior, una actitud renuente[9] o despreocupada frente a esta realidad es considerada como una conducta antiética. El reproche ético se fundamenta en que estaríamos, de manera activa o pasiva, contribuyendo a que las generaciones venideras reciban un mundo peor del que nos fue entregado, siendo conscientes de que pudimos evitarlo y por decisión propia no lo hicimos.   

Estos son solo dos ejemplos de los impactos que está teniendo en la sociedad, así como en la vida de quienes viven en ella, lo que hemos denominado la nueva escala de valores del siglo XXI, la cual se encuentra en una ebullición constructiva. Esta nueva estructura ética y moral tendrá por supuesto un impacto en el papel que el Estado estará llamado a jugar en el presente siglo, pues las personas elegirán como gobernantes, tarde o temprano, a quienes se identifiquen con su visión, necesidades y con sus nuevas convicciones.   

En un reciente artículo[10] de la revista The Economist se habla de un resurgimiento de las doctrinas “de izquierda” en los millennials, basado en incisivas críticas sobre lo que de una u otra manera ha salido mal en las sociedades occidentales (corrupción, quiebras de los sistemas financieros por escasa o nula regulación, conductas antiéticas, etc.). Este nuevo discurso exige del Estado soluciones y acciones concretas contra las inequidades y desigualdades de la sociedad actual, y a favor de la protección de los “nuevos” sujetos de derecho como el medio ambiente, los animales[11], las minorías, etc. En el discurso no se percibe un interés por que el Estado se apropie de los medios de producción, sino que exige de éste una intervención efectiva que pondere el interés de la comunidad frente a intereses particulares.

Esta nueva coyuntura ha llevado a personas de la talla de Minouche Shafik, Directora de Economía y Ciencia Política del London School of Economics, a plantear la necesidad de suscribir “un nuevo contrato social”[12]que tenga en consideración las nuevas preocupaciones de la ciudadanía. Incluso, el mismo Papa Francisco, un agudo observador de la realidad mundial, ha anunciado que planteará un nuevo modelo económico[13] que ha denominado “la Economía de Francisco” en honor a Francisco de Asís, cuyo contenido explicará en el mes de marzo de este año 2020 en el pueblo de Asís, en la región de Umbría, Italia. 

No podemos tener certeza de cuál será el desenlace de todo este interesante cóctel de situaciones, ni cuál será la escala de valores definitiva (si es que hay escalas de valores definitivas) que gobernará la vida de los moradores del siglo XXI. Lo que sí es seguro es que las capas tectónicas de la sociedad actual se están agitando, y debemos decidir si luchamos contra los cambios o los interiorizamos y procuramos que nuestra sociedad saque el mejor provecho de ellos. 

*Director Temático para el Departamento de Magdalena de Al Centro.


[1] De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española la segunda década arranca en 2021 https://twitter.com/RAEinforma/status/1204808284433264642. Para efectos de la presente columna la segunda década arranca en 2020.

[2] https://www.portafolio.co/economia/ha-terminado-la-era-de-la-acumulacion-de-riqueza-532430

[3] https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-50334737 Por qué hablar de dinero es tabú en Suecia (y cuáles son las ventajas e inconvenientes de esta costumbre)

[4] Colin Mayer, “Prosperity, better business makes the grater good”. Oxford University Press.

[5] https://www.blogsocietario.com/post/fundaciones-industriales-un-giro-copernicano

[6] https://www.gatesfoundation.org/

[7] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/las-bic-el-deber-ser-de-toda-empresa/

[8] William D, Nordhaus. The Climate Casino: Risk, Uncertainty, and Economics for a Warming World.

[9] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/cop25-y-ahora-que/

[10] https://www.economist.com/leaders/2019/02/14/millennial-socialism

[11] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/politica-animal/

[12] https://www.elespectador.com/desigualdad-global-hacia-un-nuevo-contrato-social-articulo-898908

[13] https://theworldin.economist.com/edition/2020/article/17495/pope-francis-hopes-anoint-new-economic-model